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Raimundo Fitero

Tiqui-taca

Con una de las audiencias más espléndidas conseguidas por La Sexta, Andrés Montes, anunció su despedida de la cadena. La voz del deporte televisado no ha renovado contrato y se pierde uno de los locutores que más espectáculo añadido ha aportado en los últimos tres años a las retransmisiones de fútbol, aunque ya había tenido una presencia continuada como especialista en baloncesto. Y fue con la final de la Copa de Europa de este deporte-espectáculo, cuando el seleccionado español acababa de ganar su medalla de oro, en medio de la euforia cuando sentenció una vez más con una de sus frases estrella: «la vida puede ser maravillosa». Y se fue.

Es lógico que aparezca en breve la misma cadena o en otra, porque se esté de acuerdo con su estilo o no, para los partidos muermos, esos en los que durante ochenta y siete minutos no pasan muchas cosas, tener a alguien que mantenga el espíritu inhiesto, que sea capaz de inventarse frases, eslóganes, epítetos, apodos de los jugadores, que mantenga con los comentaristas especialistas una relación que alimente el ritmo y ayuden a mantener la atención, es algo que no abunda. Es un showman, está claro, pero es mejor esta actitud que su contraria. Y por razones de procedencia, magisterio o costumbre, Montes tenía licencia popular, sus ocurrencias acababan por fraguar, y así, entre otras muchas sabemos que existe una manera de jugar al fútbol que se llama tiqui-taca, y que cada cual se imagina una manera de plasmarse efectivamente en el césped, pero que corresponde con un tipo de jugadores muy conocidos y reconocidos, campeones de casi todo en los acontecimientos balompédicos. Ago que salió por primera vez de su locución.

Andrés Montes no era santo de mi devoción. En ocasiones tapaba su verborrea el propio desarrollo del juego, pero su desaparición de las retransmisiones de La Sexta le restará algo de marcha a las mismas. Probablemente se ganará en equilibrio, pero, de momento, se nos va uno de los locutores más personales de estos últimos tiempos. Suplirlo no será fácil. A partir de ahora ya no existirá el tiqui-taca, aunque la vida seguirá pudiendo ser maravillosa. Así lo intentaremos.

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