Gari Mujika Kazetaria
Una de putas y piratas somalíes
El sistema en el que hibernamos sumisamente parece a veces que sólo se sustenta a base de insuflar dosis de hipocresía pese a sus evidentes contradicciones que demandan un cambio de raíz y real. Debates como el surgido tras la publicación de un reportaje, auténticamente machista, sobre las meretrices callejeras suelen ser buen ejemplo de ello. Siempre apestan a limpieza de conciencia. Algo parecido ocurre con las drogas, el alcohol y todo lo que supone ser incorrecto según el progre de turno. Aquí nadie visita prostíbulos ni consume nada, pero qué casualidad que cada fin de semana los prostíbulos funcionan a pleno pulmón y los billetes enrollados. ¿Acaso no es un servicio? ¿Una oferta por demanda? ¿No es el oficio más viejo desde que el mundo es mundo? Pues que las regularicen, que coticen como todos, y achiquen así resquicios a la trata de blancas y a las mafias. Pero que, por favor, esos encorbatados que hacen cola en los baños de burdeles con sus narices de a gramo no den recitales de moralina ni monsergas de coherencia.
Y luego nos topamos con la brillante idea de reforzar las flotas pesqueras con soldados españoles. Mira que defiendo a ultranza nuestro primer sector, pero no sé quién les manda a ir faenar a África. ¿Acaso eso es nuestro? Si fuera somalí, con un país sumido en la miseria por el robo y expolio indiscriminado de las potencias mundiales, inmerso en guerras intestinas auspiciadas y generadas por el colonialismo, con unas aguas tan ricas antaño y lleno ahora de residuos tóxicos vertidos por países europeos, a ciencia cierta que antes de vivir como mendigo esclavizado me convertiría en pirata.
Pero siempre hay más. Mientras que al currela le imponen un ERE, al banquero, al empresario o al lobby energético, por citar algunos, les aplauden con primas gananciales. Incentivan la compra de nuevos coches, pero de seguido venden el cuento de la lucha contra el cambio climático. Dicen desgravarte 400 euros al año y ahora pretenden subir incluso los impuestos indirectos. Es lo que tiene ser un progre del siglo XXI, un sujeto para limpiar conciencias pero a lo cutre.