Al ver «Kekexili» (La patrulla de la montaña), supe que estaba ante un prometedor cineasta que imprimía al cine de acción un naturalismo muy arraigado en la cultura china. Pero nunca me imaginé que ya su siguiente realización iba a ser una obra maestra, que coloca el nombre de Lu Chuan como uno de los mayores hallazgos del Zinemaldia a lo largo de su historia. «City of Life and Death» da un salto cualitativo dentro de lo que se considera cine antibelicista, al ir más lejos que cuantos se han limitado a condenar la guerra y el militarismo, porque no describe únicamente un genocidio como el asesinato masivo de civiles a manos de soldados uniformados, sino que pone el dedo en la llaga respecto a los motivos por los que «la masacre de Nanking» se conoce también con el nombre de «la violación de Nanking». Este segundo concepto marca la diferencia, y es que testigos neutrales (los occidentales que se encontraban en la zona de seguridad de la capital china sitiada por el ejército japonés entre finales de 1937 e inicios de 1938) hablan de que fueron violadas cerca de cien mil mujeres de todas las edades, desde bebés a ancianas.

El holocausto chino nunca ha parecido importar al resto del mundo, pues sólo tengo vistas las imágenes de aquellas atrocidades que Frank Capra recogió en su documental «La batalla de China», perteneciente a la serie propagandística «¿Por qué luchamos?». Ante semejante grado de indiferencia o simple desinformación, Lu Chuan no ahorra ningún detalle de impacto visual, mediante una fotografía en blanco y negro igual a la de los viejos noticiarios de guerra, para que el espectador se sienta golpeado y materialmente salpicado por la sangrienta tragedia. Cada detonación y cada disparo resuenan con un eco atronador que deja enmudecida a la sala, incluso después de acabada la proyección. La espectacularidad del movimiento de masas perfectamente orquestado no impide distinguir con nitidez los rostros de dolor, uno a uno, hasta contar 300.000 víctimas.