ZINEMALDIA
Lu Chuan deslumbra con su humanización de la masacre
La cuarta jornada de la Sección Oficial aportó una grata sorpresa. El director chino Lu Chuan cosechó fuertes ovaciones con «City of life and death», una reconstrucción humanizada de la masacre de Nanjing. La otra cara la protagonizó Christophe Honoré, quien no convenció con su retrato de la culpabilidad materna, protagonizado por Chiara Mastroianni.
Itziar AMESTOY | DONOSTIA
La jornada de ayer de la Sección Oficial invirtió el sentido de las previsiones. El director chino Lu Chuan tomó buena posición en la carrera hacia la Concha de Oro con su recreación, con estricto rigor histórico, de la masacre de Nanjing. El drama familiar de Christophe Honoré, en cambio, que contaba a su favor con la participación de Chiara Mastroianni como protagonista, no convenció al público que asistió a la proyección matinal.
«City of Life and Death» tuvo una cálida acogida, gracias en parte al planteamiento humano del director. Lu Chuan se propuso un duro reto al querer reconstruir uno de los episodios más oscuros de la historia contemporánea china. En dos horas y cuarto, transporta al espectador hasta 1937, cuando las tropas japonesas avanzan en territorio chino hasta que sitian la ciudad de Nanjing. Todo ello a través de un relato en blanco y negro.
La cruel masacre comienza con escenas detallistas sobre los ataques bélicos, aunque narradas casi en su totalidad desde un gran angular. La narración se centra, después, en los pocos supervivientes, la mayoría de los cuales son mujeres, y en las violaciones a las que éstas son sometidas. El acierto del director radica, en gran parte, en que no simplifica este momento histórico en unas víctimas «buenas» que son masacradas por unos verdugos «inhumanos». De hecho, el propio Chuan comentó en la rueda de prensa posterior que a pesar de la buena acogida internacional que está teniendo -en el Festival de Toronto también fue muy aplaudido-, es consciente que en su país no lo escogerá para la representarlo en los Óscar. «Está siendo muy polémica en China. Los odios me llegan por usar el punto de vista del soldado japonés. En las películas tradicionales de mi país no hay una perspectiva». Sin embargo, su intención de aportar un retrato lo más fiel posible a la Historia, le obligó a intercalar escenas y puntos de vista del sector japonés y del chino, despertando simpatías, o al menos complicidades, en ambas partes.
De bestias a humanos
Más aún, la radical humanización de la masacre involucra al espectador. En el largo proceso de documentación, Chuan intentó conocer cómo pensaban los soldados japoneses. «Pensé que eran bestias, pero después de mucha investigación documental vi que eran seres humanos, personas normales como yo». Esto debería llevar, según el director -quien reconoció que su película favorita es «La Lista de Schindler»-, a plantearnos que podríamos acabar actuando de forma similar al horror que se narra en la pantalla.
De hecho, el director no tuvo problemas para aceptar que su sueño, y el de parte del equipo, es que esta película se distribuyera en Japón. Mientras, el objetivo de dar a conocer este episodio de la historia sigue dándoles fuerzas para ir recorriendo países. «La gente fuera de China no ha tenido la oportunidad de conocer esta masacre», argumentó.
A pesar de ser un proyecto ambicioso, el director remarcó el limitado presupuesto con el que ha contado. Aprovechó, de esa manera, para agradecer a los dos actores presentes, Liu Ye y Qin Lan, quienes han trabajado con sueldos «muy inferiores» a los que acostumbran para colaborar en el proyecto. «El papel de Chuan ha sido enseñarnos cómo es el infierno que se pasa durante la guerra», aseguró Ye, uno de los actores más famosos de su país, mientras que la actriz Lan reconoció las dificultades que había tenido para «olvidar al personaje».
Una de las apuestas más arriesgadas de la película asiática es el uso único del blanco y negro. La elección busca que el público se concentre más en el contenido, además de conseguir evitar «el color de la sangre», según Lu Chuan. «El negro nos ayuda a mostrar más respeto hacia la muerte».
Retrato femenino
A la sombra de «The City of Live and Death», quedó la otra película que concurría a la Sección Oficial. «Making Plans for Lena» está protagonizada por Chiara Mastroianni y realizada por el director Christophe Honoré, que el año pasado también estuvo en Donostia en la competición por la Concha de Oro con «La belle personne». El «retrato femenino de un momento de crisis» de Honoré, tal y como él mismo lo describió, no causó una conmoción a la altura de los planteamientos que él y la actriz protagonista desgranaron después de la proyección.
«Making plans for Lena» se centra en el personaje del título que busca superar su divorcio, para lo que se reúne con su familia. El objetivo común es salvar y ayudar a Lena, aunque nada más lejos del resultado.
Honoré incidió en su voluntad de mostrar a tres mujeres que «han vivido cosas muy parecidas», pero con consecuencias enfrentadas. En la pantalla, junto a la hija de Marcelo Mastroianni y Catherine Deneuve, están Marina Foïs y Marie Christine Barrault, hermana y madre de la primera en la película. Las tres, ante las decepciones con la pareja y las dudas en torno a su maternidad tienen respuestas muy diferentes. La intención del director era reflexionar a cerca de que, a pesar de que se ha supone que ha habido avances en la sociedad hacia la igualdad, «la presión familiar y generacional» siguen derivando en la «culpabilidad materna».
Mastroianni aprovechó su intervención para incidir en esa misma culpabilidad «con respecto a nosotras mismas». Explicó que el público suele tener al final de la proyección la sensación de que la madre ha abandonado a sus hijos. «Inconscientemente en la mente de la gente queda que ha renunciado a sus hijos, cuando los hechos son que deja a los hijos con su padre».
En el retrato familiar, asimismo, el director aseguró que quiere destacar que las relaciones se suelen dar según «un papel definido a priori», con lo que haga lo que haga, «el papel de Lena ya había sido decidido».
Las dos horas y media de película están narradas en blanco y negro. El director considera que así se centra en el contenido, aunque explicó que también evita «el color de la sangre» para mostrar más respeto hacia la muerte.
El director considera que el vallenato habla, en su esencia, de la identidad de Colombia. «Tiene un instrumento, como el acordeón, una caja africana y muestra gacharaca. Esa mezcla es lo que somos», resume.
Honoré dedica diez minutos de su película a transportar al público hasta una leyenda bretona. Las similitudes entre el siglo XIII-XIV y la actualidad en torno a las mujeres es la reflexión que plantea el director.
«Making Plans for Lena» quiere denunciar que, a pesar de que se presume de una sociedad que avanza en bien de la igualdad, existe «una gran presión social y familiar sobre la mujer, una culpabilidad relativa a la maternidad».