Raimundo Fitero
Mochila
Mochila, gorrilla y bastón. José Antonio Labordeta le cedió a Usun Yoon los trastos para que la china de Utrera recorriera pueblos y villas ibéricas trayendo noticias de una realidad parcelada que puede convertirse en un mapa emocional. Ha vuelto «El Intermedio» y nos alegramos mucho. Necesitamos mantener con el electrodoméstico esencial alguna relación placentera más allá del profesional. No todo debe ser compartir tiempo, también es necesario que compartamos espacio mental. Y en este programa de La Sexta, lo que queda claro es que hay un buen equipo de guionistas que logran cada día resumir lo noticiable y lo noticioso con mucho salero, aportando en muchas ocasiones un punto de vista que lo distorsiona y nos lo acerca. Un espectáculo televisivo de la palabra y la imagen. Y un equipo que nos hace congraciarnos con este tipo de estilo desenfadado.
No ha variado demasiado. El esquema es el mismo o muy parecido. El plató en directo compaginado con la calle y la elaboración tendenciosa de vídeos. Nada nuevo, pero manteniendo el tono característico que lo diferencia. Aquí, al contrario que con el asalariado de Vasile en Tele 5, existe convicción. Nadie debe hacer excesos de impostura para aparecer como un chico malo. No hay chicos ni chicas malas. Hay unos tipos que intentan descifrar un mundo empaquetado con lacito y devolvérnoslo desnudo. O vestido con otros ropajes. Existen un equipo de comunicadores que asumen y metabolizan los guiones y aportan una suerte de verdad, de sentido del humor, de retranca. Y es en ese campo tan trufado en el que nos revolcamos como chanchos. Sonreímos, reímos, saltamos, nos entretenemos y hasta nos sentimos cómplices con algunas de sus miradas. Y eso es mucho en estos tiempos tan opacos de una televisión servicial, medrosa y cargada de pestilencias.
Mochila, gorrilla y bastón y hasta su bendición dio Labordeta para que en esta nueva etapa el programa camine con el mismo sentido crítico, el mismo humor en ocasiones radical y con un equipo a que apenas se le ha hecho un pequeño ajuste. Ya tenemos un lugar diario para disfrutar un rato. Si el maldito fútbol no nos lo impide.