ZINEMALDIA
«Yo, también», cuando la diferencia no reside en el cromosoma
«Yo, también» acercó ayer al público de Zinemaldia hacia un mundo para muchos desconocido; el de las personas con síndrome de Down. Los directores noveles Álvaro Pastor y Antonio Naharro presentaron una declaración de «amor libre» entre estas personas con Lola Dueñas como protagonista. Por su parte, otra cinta a competición, la australiana «Blessed», se adentra en las relaciones entre madres e hijos, ofreciendo versiones desde ambas perspectivas.
Ariane KAMIO | DONOSTIA
Daniel (Pablo Pineda) es un joven sevillano de 34 años, la primera persona con síndrome de Down en conseguir un título universitario. Tras concluir su etapa estudiantil, se adentra en el mundo laboral en la administración pública, donde conoce a Laura (Lola Dueñas), una joven solitaria separada de su familia a consecuencia de un pasado marcado por el maltrato por parte de su padre, y de quien Daniel se enamora.
«Mi personaje ha sido una exploración del mundo interior, se leen los deseos que se esconden en el interior» de una persona con síndrome de Down, dijo Pablo Pineda. Aunque al principio le pareció una idea «descabellada» la que le propusieron los directores Álvaro Pastor y Antonio Naharro, dijo haber vivido «una experiendia única e irrepetible».
A su juicio, el mensaje que esconde el título es el del «amor sin barreras, sin condicionantes. Las personas con síndrome tenemos una necesidad muy grande tanto de amar como de ser amados», recalcó. Para Pineda, el suyo «sigue siendo un mundo desconocido», por lo que pidió que «al menos se nos vea desde una óptica diferente. Nunca se ha visto este mundo interior; al menos que la gente vea que somos personas, que sentimos, que amamos. Que la sociedad piense en lo que se ha perdido al no conocer personas con síndrome», concluyó.
Lola Dueñas acompaña en el reparto a Pablo Pineda, un dúo de actores que según la crítica podría ser galardonada con algún premio por su interpretación. Para la actriz barcelonesa, que ha participado en películas como «Los abrazos rotos», «Lo que sé de Lola», «Volver», «Mar adentro» o «Hable con ella», fue un «orgullo» trabajar con Pineda, con quien «he reído y llorado como una bestia». Su personaje creció «poco a poco», tras conocer a su compañero y a una chica que vivió la misma experiencia que Laura. «Me contó su historia con el dolor que todo eso conlleva y con su ayuda y con la del resto de compañeros se creó poco a poco mi personaje», dijo. Dueñas tiene «muy claro» que Pablo sería el profesor perfecto para sus hijos, si los tuviera, y cree que este rodaje, en el que «por primera vez era la protagonista, nunca volverá a repetirse». «Ha sido muy especial, creo que habrá un antes y un después en mi carrera con esta película», aseguró.
«Yo, también», que se estrenará el 16 de octubre en las salas de Euskal Herria, nació como fruto del interés de Álvaro Pastor y Antonio Naharro -quien tiene una hermana con síndrome de Down con un papel en la película- por profundizar en la discapacidad tras rodar el cortometraje «Uno más, uno menos», sobre todo por el problema que tienen las personas con síndrome de Down para fijar la norma social.
Los directores conocieron a Pablo Pineda en la televisión durante una visita a Sevilla y se dejaron llevar por los claros signos de soledad que manifestaba y decidieron confrontarlo en el guión con una mujer rebelde y luchadora, pero también solitaria, y comparar su personaje con otros con síndrome de Down no tan especiales, para lo que contaron con la colaboración de la compañía Danza Móbile. Explicaron que contaron con mucho tiempo de ensayo, con el fin de tener todo preparado a la hora de rodar, y tener margen para la creación. «En el guión fuimos bastante asépticos, pero los acabados, esos pequeños detalles, tienen que ver con nuestra personalidad y los personajes también han ayudado a que eso ocurriera», apuntaron.
Madres e hijos
La australiana Ana Kokkino presentó a concurso en la Sección Oficial «Blessed», su tercer largometraje tras «Head on» y «The book of revelation». En el transcurso de un día y una noche, siete adolescentes deambulan por las calles en una especie de odisea urbana. Sin embargo, no todos ellos encontrarán el camino a casa. Amanece y es el mismo día, pero esta vez presenciamos la odisea desde el punto de vista de las cinco madres. En el curso de sus respectivos viajes, se comprende que éstas están tan perdidas e indefensas como los niños a los que cuidan. Y, para el final de la noche, una de ellas deberá enfrentarse a su peor pesadilla.
Kokkino ha retratado «la lucha para amar y ser amado; esa conexión poderosa entre madres e hijos». A su juicio, «sólo a través de extremos de amor y odio existe una posibilidad para la conexión verdadera».
En esta «compleja película», era «importante» comenzar con un ritmo lento para «dar a conocer el trayecto de cada personaje, porque cada uno tiene su propio viaje. Después -prosiguió-, cada uno desvela más cosas de sí mismo, unas impresiones que cambian con el relato de la segunda parte». Kokkino utiliza la banda sonora para «dar profundidad emocional y belleza» al título y, mediante ella, consigue «dotar de amor a los personajes y que ésta les acompañase en su viaje». La directora australiana acudió al compositor Cezary Skubiszewski, quien creó una pieza que se repite continuamente, aunque con diferentes variaciones.
Para completar el reparto juvenil, el equipo tuvo que afrontar un exhaustivo proceso de selección donde participaron entre quinientos y sescientos adolescentes sin experiencia ante las cámaras, de donde escogieron a unos intérpretes noveles que «no dejaban de impresionarnos cada vez que venían».
En cuanto al grupo de madres, «tuve que pensar algo más, y actuar con mayor individualidad», explicó. Miranda Otto encarna a Bianca, una madre ludópata que se desentiende de su hija adolescente y que arrastra problemas económicos que le impiden llegar a fin de mes. A juicio de la actriz, se trata de mujeres que tienen «retos financieros, baja autoestima... pero que al final terminan reuniendo a sus familias. Es más difícil amar cuando las situaciones también son complicadas». Otto consideró que a esas madres les invade un sentimiento de «terror» porque se obcecan en mantener una relación con sus hijos diferente a la que mantuvieron sus padres con ellas, «más liberal y menos opresora». En el límite de esa ideología se encuentra Bianca que, más allá de sus problemas y adicciones, «quiere ser amiga de su hija por encima de ser su madre. Sin embargo, ella necesita una figura materna, que alguien le fije los límites del bien y del mal».
«Cuando Álvaro y Antonio me propusieron trabajar en la película, me pareció una idea descabellada, pero luego, al ver que la producía Julio Medem, todo cambió, porque él tiene una hija también con problemas, entonces me tranquilizó», comentó Pineda.
Kokkino retrata «la lucha» entre madres e hijos para «amar y ser amado» donde «sólo a través de extremos de amor y odio existe una posibilidad para la conexión verdadera».