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Palabras sin fronteras en Venecia: una ciudad puente, de encuentro

Venecia ha sido históricamente una ciudad puente, una ciudad de comunicación. Su estructura urbanística nos muestra la imagen del puente como una forma imprescindible, no sólo de comunicación, sino también de encuentro e intercambio.

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Giovanni GIACOPUZZI | VENECIA

Venecia es una ciudad italiana que ha mirado siempre hacia Oriente y que, asimismo, ha sido lugar de acogida de las más diversas tendencia culturales. La misma Bienal, la exposición internacional de arte, ha sido siempre lugar de flujos culturales y, de la misma manera, de apertura hacia nuevos modelos expresivos. Aquí no han faltado manifestaciones consideradas provocativas y que, de hecho, ponían en entredicho la visión «normalizada» de las expresiones culturales al uso.

Pero no sólo el arte, en sentido estricto, ha sido motivo de polémica en las exposiciones de la Bienal. El debate sobre la disidencia política en la Unión Soviética, los aires de rebelión de los años 68 y 77 o la invitación a la esposa de Salvador Allende poco después del golpe de estado militar, han marcado momentos de polémica, llegando a hacer de la Bienal una espejo de los cambios sociales políticos y culturales de nuestra época. También Euskal Herria ha sido motivo de discusión en este foro. En 1976, en plena reforma política, la presencia de España provocó una diatriba muy enconada en el mismo comité organizador. No sólo por la falta de adecuación de España a los estándares democráticos exigidos en aquel entonces, sino también por las protestas de artista como Chillida u Oteiza que retiraron sus obras por la falta de una invitación oficial como representantes de su identidad vasca. En su lugar, en el pabellón de España se mantuvo un lugar vacío y una ikurriña. El mismo Telesforo Monzon formó parte de la presencia vasca en la Bienal siendo recibido por el entonces alcalde del ciudad, el Sr. Rico.

Como en otras ocasiones, este año el programa oficial ha sido «forzado» con la presencia -como evento colateral auspiciado por el propio Ayuntamiento de la ciudad-, del Planeta Kurdistán «PlanetK», un pabellón dedicado a un país «que existe y no existe a la vez». Están siendo ya cinco meses de presencia en la Sala San Leonardo, en el sestiere (barrio) Cannareggio, el más grande de Venecia, donde la exposición de obras plásticas, gráficas o audiovisuales de autores kurdos son visitados por el público que acude a la Bienal. El 25 y 26 de setiembre en el Palacio Ducale, antigua sede del poder en la época de la Serenesima, tendrá lugar una conferencia literaria entre representantes kurdos, vascos, irlandeses, mexicanos e italianos. El tema será el núcleo de «PlanetK», es decir, identidad, lengua y fronteras.

La voluntad de posibilitar el encuentro entre literaturas en lenguas minorizadas es una apuesta importante ya que la cuestión del reconocimiento de la diversidad como elemento de la construcción de un mundo más justo se enfrenta a un contexto en donde prima la idea de la supremacía jerárquica de unas culturas con respecto a otras. Además, tiene mas valor hacerlo en una ciudad que, políticamente, representa una «isla» cercada, como está actualmente Venecia, por una presencia mayoritaria de una fuerza política como la Liga Norte, que ha hecho de la exclusión y del racismo mas cutre su característica identitaria. En las mesas redondas y debates que se presentan en estos encuentros, por el contrario, se evidencia cómo entre las naciones sin estado hay un hilo que unifica, de alguna manera, su visión del mundo: el considerar la identidad propia como un derecho a reivindicar. Asimismo, la necesidad de la referencia a la pluralidad como elemento intrínseco de enriquecimiento mutuo y de contaminación necesaria para el desarrollo de la propia cultura es otra de las características de esta visión compartida.

Danny Morrison, irlandés, escritor y ex preso del IRA, como él mismo se presenta citando a Yevtuschenko: «quería la felicidad, pero no a cuesta de los infelices, y quería la libertad, pero no a cuesta de los no libres», escribe sobre las migraciones y las consecuencias que traen consigo cuando son dirigidas por la lógica del dominio: «Hay algunos pueblos que van a los territorios de otros fuertemente armados, que toman el control, que buscan transformar lo conquistado a su propia imagen a través de la colonización y que, después, escriben la historia para justificar la «inevitabilidad» de sus acciones, como si estuvieran cumpliendo con la voluntad de Diós. Sabemos que están cumpliendo la voluntad del ser humano.

Las tradiciones de los conquistados serán ilegalizadas y la lengua nativa prohibida y criminalizada para crear una sociedad uniforme, una sociedad que obedece, pero que será más pobre, porque cuantas más lenguas y literaturas existan en el mundo este será, lógicamente, más rico. Los autóctonos que resisten a la expulsión de sus casas o de su tierra, al ser oprimidos como esclavos en su propia patria, serán demonizados, perseguidos como salvajes o criminales, y si se rebelan, como «terroristas»».

La negación de la propia existencia no tiene sólo como consecuencia la falta de libertad en la vida personal o en la posibilidad de construcción social, sino que afecta también a la manera de pensar. El escritor kurdo y editorialista del periódico «Azadiya Welat», Dilawer Zeraq, afirma que «nosotros, los kurdos, estamos en una situación terrible: nuestra lengua ha sido prohibida desde hace ochenta años y no ha podido adaptarse a las funciones propias de un uso lingüístico libre, es decir, no ha sido posible que nuestra lengua llegase a ser patrimonio de la humanidad como otras muchas lenguas. La prohibición del uso de la lengua kurda en actos oficiales, en la enseñanza y la administración, nos hace sentir como si los prohibidos fuéramos nosotros mismos, nuestra existencia, nuestra identidad humana. Este sentimiento ha dominado nuestro espíritu, ha influido en todas nuestra acciones y ha puesto en solfa la legitimidad de nuestro ser como sujetos de derechos humanos».

El ser uno mismo, el poder hablar su propio idioma, ha pasado casi desapercibido en las reivindicaciones de derechos y, como diría Joseba Sarrionaindia, el hablar un idioma minorizado ha devenido en una acción política. Y esto es así porque, aunque formalmente estas lenguas minorizadas sean reconocidas por una cultura que se considera superior, en la practica existe una praxis que lleva a cancelar esa riqueza cultural en aras de un una visión unipolar y cada vez más pobre del mundo.

POLÉMICA

El arte no ha sido el único motivo de polémica en las exposiciones de la Bienal. La disidencia política en la URSS, los aires de rebelión de los años 68 y 77 han marcado momentos de polémica.

PROGRAMA FORZADO

En esta edición, el programa oficial ha sido «forzado» con la presencia, como evento colateral auspiciado por el Consistorio, del Planeta Kurdistán, un «pabellón» dedicado a un país que «existe y no existe a la vez».

Homenaje al escritor kurdo Yasar Kemal, eje del programa del viernes

En la mañana del viernes tendrá lugar un homenaje al escritor kurdo Yasar Kemal, del que hay una traducción en euskara, «Zanpa ezak sugea» (ed. Txalaparta), a través de un video del escritor realizado por el director de cine Osman Okkan, y por la noche se proyectará el documental «Corazón del tiempo», viaje al núcleo de la lucha zapatista, del director Alberto Cortes.

El sábado por la mañana el debate se centrará en la literatura kurda con la presencia de los escritores kurdos Arjen Ari, Dilawer Zeraq y Helim Yusif, mientras que por la tarde, junto a los autores kurdos hablarán el escritor vasco Fito Rodriguez, el irlandés Danny Morrison y el mexicano Hermann Bellinghausen, director del suplemento cultural «Hojarasca» del diario «La Jornada».

Además, tomarán la palabra los escritores italianos Enrico Palandri y Roberto Ferrucci. Para cerrar las jornadas, se proyectará el documental vasco «Nomadak TX», del director Raúl de la Fuente.G. G.

Un encuentro imaginado: Barthes, Sastre y Lartzabal

«Hay un encuentro ficticio que me fascina. A finales de los 70, coincidieron viviendo a muy pocos kilómetros de distancia en Ipar Euskal Herria Roland Barthes, Alfonso Sastre y Piarres Lartzabal. Los tres escritores, los tres dramaturgos, los tres ensayistas y activista culturales... y no hablaron nunca entre sí sobre estos temas», ilustra el escritor vasco Fito Rodriguez, respecto a la interacción entre lenguas. Y continúa: «Barthes era fundamentalmente francófono. Aunque Alfonso Sastre escribe en castellano, habla, lee y traduce el francés. Piarres Lartzabal escribía en vasco, pero tenía un excelente francés y un aceptable castellano. Cuando a este último le preguntaban sus amigos franceses porque escribía en una lengua tan pequeña solía responder: «Yo no soy Pierre Loti».

«Barthes, Sastre y Lartzabal no se encontraron nunca para hablar de literatura. El primero es, quizás, el más conocido mundialmente. El segundo tiene una notoriedad internacional, sobre todo en los entornos de la literatura dramática. El último, es un gran desconocido.

Luchó con los maquis contra la invasión nazi. Rechazó la Legión de Honor que le otorgó el Gobierno de Charles De Gaulle y defendió hasta la muerte a los militantes independentistas vascos».

«En esa reunión de ficción que nunca se produjo él hubiera sido el único que podría haberse entendido fácilmente con los otros dos. Ninguno de los otros, por su parte, le hubieran entendido si él se hubiese expresado en su lengua, la lengua del pueblo vasco. No hay simetría en las relaciones glotofágicas. Era el suyo el saber del esclavo. La suya, la lengua negada».G. G.

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