GARA > Idatzia > Mundua

Die Linke busca su posición entre el poder, la socialdemocracia y la izquierda

A Alemania le hace falta un partido de oposición desde que en 1998 los Verdes se convirtieran en socio minoritario del Gobierno que el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder (SPD) encabezó hasta 2005. Ahora, Die Linke (La Izquierda) puede asumir ese papel si el próximo domingo supera el 10% de los votos.

p026_f01_250x112.jpg

Ingo NIEBEL

A principios de septiembre, el Sindicato Industrial Metalúrgico organizó en Frankfurt un gran evento bajo el lema «Juntos por una vida mejor». La propaganda electoral de Die Linke sabe expresar lo mismo pero con menos palabras: «Riqueza para todos». Su elocuente jefe del grupo parlamentario, Gregor Gysi, explicó que el lema no es la versión moderna de «la guerra a los palacios, la paz para las chabolas», sino que su partido quiere que tanto los desempleados como los pensionistas tengan una vida digna y asegurada. Según el Gobierno liderado por Angela Merkel (CDU), el 14% de los 82 millones de alemanes vive en la pobreza. Las voces críticas hablan del 25%. Si estos números corresponden al 40% del electorado que no suele hacer uso de su derecho a voto, éste se tendría que sentir atraído por el programa de Die Linke, que promete un sueldo mínimo, que en Alemania no existe, además de una inversión de 200.000 millones de euros en distintos programas de trabajo estatales.

Sin embargo, los partidos a la derecha de Die Linke han dado por perdido al grupo de los no votantes. Y el partido de Bisky, Lafontaine y Gysi tiende a establecerse como quinta fuerza a nivel nacional, buscando a sus votantes entre el electorado activo.

En la actualidad, Die Linke puede atraer a los que se sienten engañados por la política llevada a cabo por el bipartito de socialdemócratas y Verdes. En aquellas tres legislaturas, el SPD perdió su carácter social al aplicar una política neoliberal, favoreciendo al empresariado y castigando al trabajador y al desempleado. Los Verdes, dirigidos por el vicecanciller Joseph «Joschka» Fischer, dejaron de ser ecologistas y pacifistas, llevando a Alemania a dos guerras y a un compromiso con la energía nuclear. Por su carácter de izquierda, Die Linke se abrió a otras formaciones para aprovechar la nueva coyuntura.

Por un lado, ocupó políticamente los campos que habían dejado el SPD y los Verdes. Por otro, buscó un nuevo aliado para poder operar en todo el territorio. Este proceso culminó el 16 de junio de 2007 con el nacimiento oficial de Die Linke. Aquel día se fusionaron el Linkspartei.PDS, que tenía raíces ideológicas, políticas y personales en el Partido Socialista Unificado de Alemania de la desaparecida República Democrática Alemana, y la Alternativa Electoral Justicia Social. Esta última apareció en 2004 como respuesta de los ex socialdemócratas y sindicalistas a la política antisocial de Schröder. En 2005, Lafontaine fichó por esta formación y junto con Linkspartei.PDS participó en las elecciones anticipadas donde lograron el 8,7% de los votos (54 diputados).

El 27 de agosto llamó la atención que en tres comicios regionales, el partido socialista obtuviera más del 20% de los votos. En el este alemán, azotado por la pobreza y el paro, es la segunda fuerza política, mientras que en Sajonia y Turingia está incluso por delante del SPD. Dado que esa aceptación aún no se da en el occidente alemán, es de esperar que el domingo obtenga cerca de un 11%. Ese día se decidirá si los socialistas lideran o no el grupo de los tres grupos minoritarios del Parlamento. Lafontaine dijo recientemente que no formaría gobierno con el SPD y los Verdes a nivel nacional.

Una razón es el rechazo que Die Linke despierta en el SPD, la otra que tiene que organizarse. Sobre todo en el oeste le falta una estructura sólida porque integra a personas procedentes de varias corrientes políticas.

De cara al día después de las elecciones, se presentan dos preguntas claves respecto al futuro del partido: ¿Dónde se va a posicionar políticamente teniendo como coordenadas ideológicas a la socialdemocracia germano-occidental de la década de los 70 y al socialismo practicado en la RDA?.

La segunda gran interrogante es cómo se situará frente a los cambios que les exigirán el Estado y sus poderes fácticos antes de permitirle el ingreso en un tripartito para gobernar el país. Las recientes elecciones regionales han demostrado que la era de los tripartidos puede acabar, también a nivel nacional, con la de los bipartitos.

Die Linke está en la misma situación en la estuvieron los Verdes antes de 1998: tiene que decidir si quiere participar en el mantenimiento del sistema político-económico, realizando algunas reformas pero protegiendo sus cimientos porque sabe controlar a su electorado para tal efecto, o si va por otro camino que conduciría a otra república.

 

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo