Agentes de la Policía española detuvieron ayer en el aeropuerto de Manises, en Valencia, a Julio Alberto Poch, un piloto comercial de nacionalidad neerlandesa pero de origen argentino, por su participación en los llamados vuelos de la muerte, en los que desaparecieron más de mil personas durante la dictadura argentina.

El piloto, reclamado por la Justicia argentina por cuatro procesos penales, fue detenido cuando efectuaba una escala de 40 minutos en el aeropuerto de Manises, antes de regresar a Amsterdam como comandante de un avión de pasajeros.

Teniente de fragata y piloto naval durante la dictadura en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), Poch se retiró de las Fuerzas Armadas argentinas y actualmente era comandante de la compañía holandesa de bajo coste Transavia, para la que volaba a diferentes destinos europeos, entre ellos Valencia.

La Policía española confirmó a través de Interpol que Poch había adoptado la nacionalidad neerlandesa y pilotaba con relativa frecuencia el vuelo que, procedente del aeropuerto de Schipol llegaba a Manises y regresaba a su punto de origen tras una escala de unos 40 minutos.

El arresto de Poch apenas produjo un ligero retraso en el vuelo de regreso a Holanda, ya que se había previsto un nuevo comandante con antelación.

El Juzgado de Instrucción número 2 de Quart de Poblet acordó el ingreso en prisión provisional y sin fianza.

El Tribunal Superior de Justicia del País Valencià confirmó que las autoridades argentinas han solicitado su extradición por su implicación en un proceso por torturas.

La titular del Juzgado de Quart de Poblet tomó declaración a Poch en cumplimiento del exhorto del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional española.

Al acabar la comparecencia, Poch fue trasladado a la cárcel de Picassent.

El juez argentino Sergio Torres reclamó a finales de 2008 la extradición de Poch a los Países Bajos, tras recibir en su país testimonios que le implicaban en los vuelos de la muerte.

Uno de estos testimonios correspondía a un piloto de Transavia, que relató cómo Poch les contó el modo en el que arrojaban a los opositores al mar.

«Justificaba estas prácticas señalando que se trataba de terroristas. Explicaba que desde el avión que pilotaba se arrojaba a personas que estaban vivas con el objetivo de que murieran», relata el testimonio de su compañero de Transavia.