Malos tiempos, y no sólo para la lírica. El Reyno de Navarra San Antonio quedó con algunas de sus vergüenzas a la vista frente a un Ciudad Real que no precisó emplearse a fondo para batir al cuadro iruindarra. Pelea sí, mucha, pero poco fuste para un conjunto navarro que aún al menos no es ni sombra de aquel que llegó a reinar en Europa. A lo bueno se acostumbra uno fácilmente y cuando aquello se termina, la cruda realidad es aún más cruda.

Los hombres de Chechu Villaldea eran conscientes de que entre Ciudad Real y Barcelona está la Liga Asobal, pero sin pasarse por Iruñea sino para saludar y tomarse algo. El 37-28 final es más que definitivo, aunque el choque estuviese decidido ya al descanso, con 18-13.

Portería llena

La principal diferencia, empero, no estuvo en el talento individual del ataque manchego, aunque posea un fondo de armario casi inacabable, sino en la portería, en la que Sterbik y Hombrados trajeron de cabeza al ataque antoniano, aunque jugadores como Malmagro o Nikcevic lograron encontrar puerta con cierta regularidad. Por contra, ni Ristanovic ni Besirovic lograron parar apenas, haciendo que los Entrerríos, Abalo, Kallman se lucieran.

El centro de la defensa navarra, por su parte, recibió una lección magistral por parte del irundarra Julen Aginagalde, que realizó diabluras en forma de goles -anotó sus cinco lanzamientos-, faltas y lanzamientos de siete metros cobrados.