Portugal mira a la izquierda tras años de neoliberalismo
Tras cuatro años de Gobierno con mayoría absoluta del socialdemócrata PS de José Sócrates, Portugal acude este domingo a las urnas en medio de una profunda crisis económica y social. Las encuestas predicen que Sócrates no conseguirá la mayoría absoluta y que dos fuerzas de izquierda, el Bloco de Esquerda y la CDU, pueden ser determinantes.
Martxelo DÍAZ
Si las encuestas que se han realizado en Portugal no fallan, el lunes el país ibérico podría encontrarse con un escenario en el que José Sócrates precise de alianzas con otras formaciones para mantenerse en el poder. En principio, hay dos opciones. La primera es mirar hacia la izquierda, donde se sitúan el emergente Bloco de Esquerda -una formación que se inscribe en la izquierda anticapitalista de raíces trotskistas- y la CDU, una coalición formada por el Partido Comunista Portugués (PCP) y Os Verdes. La otra opción sería mirar hacia Alemania y tratar de llevar a Lisboa el modelo de Gran Coalición, uniéndose el PS y el derechista PSD con argumentos como que es necesaria la colaboración de los dos grandes partidos para superar la complicada situación. Esta segunda posibilidad es mucho más compleja para poder salir adelante que la unión con la izquierda.
El problema para Sócrates es que tanto el Bloco de Esquerda como la CDU llevan meses denunciando que el PS ha optado por políticas neoliberales y reclaman que en Portugal se apliquen verdaderas políticas de izquierdas. Así, el PCP recuerda en su programa que el Gobierno del PS alteró de forma restrictiva las reglas de acceso al subsidio de desempleo, reduciendo los fondos destinados a los parados en 400 millones de euros entre 2007 y 2009. El resultado es que actualmente, cerca de 300.000 parados (de un total de unos 625.000) no tienen cobertura.
Junto a ello, los comunistas destacan que durante el mandato de Sócrates se han incrementado las desigualdades sociales, que en Portugal alcanzan uno de los mayores niveles de la UE. «Se debe al mantenimiento de los bajos salarios, a las reformas introducidas y al beneficio creciente de los grandes poderes económicos, especialmente del sector financiero», destaca el PCP, que recuerda que mientras los trabajadores de la función pública perdieron un 3,4% de su salario real entre 2005 y 2008, las principales empresas energéticas lograron 7.236 millones de euros de beneficios y los bancos 9.548 millones de euros.
Las críticas del PCP a Sócrates, que coinciden con las que realiza el Bloco de Esquerda, se completan con la degradación del sector público mediante la privatización de servicios esenciales, al tiempo que se ha producido un aumento de la subordinación del poder político al económico y la entrega de importantes fondos públicos a las más poderosas empresas privadas.
Junto a ello, también destacan que el Gobierno de Sócrates ha introducido restricciones al derecho de manifestación y a las actividades sindicales y de comités de trabajadores, «al mismo tiempo que se prodigan las acciones de justificación del fascismo».
En definitiva, Bloco de Esquerda y CDU coinciden a la hora de señalar que el PS de Sócrates y su Gobierno con mayoría absoluta han llevado a cabo las mismas políticas que la derecha durante los mandatos de José Durao Barroso (2002-2004) o Pedro Santana Lopes (2004-2005). Así, el PCP recuerda que el PS y el PSD son defensores del Tratado de Lisboa y se negaron a que los portugueses pudieran votarlo en referéndum y señala que ambos actuaron unidos a la hora de destinar 24.000 millones de euros a la banca para hacer frente a la crisis. Junto a ello, destaca que el PS y el PSD escenifican una oposición mutua que no es real. De hecho, el PSD se opone ahora al TAV con el Estado español, pero lo apoyaba cuando estaba en el Gobierno. Recíprocamente, el PS rechazaba la modificación del Código del Trabajo impulsada por el Gobierno del PSD, pero realizó una similar al llegar al poder. Por tanto, el Bloco de Esquerda y la CDU exigirán a Sócrates un cambio real de política si quiere tener su apoyo.
Numerosos trabajadores, desde el sector sanitario, a la Administración o los transportes, han protagonizado huelgas esta semana, tiñendo los últimos días de campaña electoral de un tono reivindicativo.
El miércoles, los aduaneros iniciaron una huelga de tres días para protestar por un proyecto gubernamental de reforma de sus condiciones. El paro tuvo una gran incidencia en el flujo de exportaciones e importaciones y en el control de equipajes de aeropuertos y estaciones marítimas internacionales.
En el sector sanitario, los técnicos de laboratorio también hicieron huelga el miércoles para reclamar mejoras en sus condiciones.
El jueves, pararon los empleados de los consulados portugueses en el extranjero para exigir un aumento salarial.
Los pilotos de la compañía aérea pública TAP también decidieron ir a la huelga el jueves y ayer debido a revindicaciones salariales. GARA