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ZINEMALDIA

«The imaginarium of Dr. Parnassus» No apuestes con él

Koldo LANDALUZE

Todavía hoy, más de un espectador guardará en algún cajón oculto de su memoria las pesadillas que les legó el visionado de “Tideland”, aquella variante gore de “Alicia en el País de la Maravillas”, dirigida por Terry Gilliam. Cuatro años más tarde, el autor de “Brazil” ha regresado a Zinemaldia para mostrarnos su mejor versión, la que siempre ha tenido cuando cruza el espejo correcto y consigue trasladar al espectador a lugares únicamente concebibles en la mente de este arquitecto genial y enloquecido de paisajes fantásticos.

En esta su nueva propuesta, Gilliam se disfraza de mago trotamundos y nos invita a subir a bordo de un carromato y cruzar un espejo a través del cual nuestros anhelos y sueños cobran forma. “The imaginarium of Dr. Parnassus” es una reivindicación de la imaginación sin límites, un cuento extraño y siniestro, como todos los grandes cuentos, en el que todo es posible si apostamos correctamente. Muchos años antes de que el feriante Parnassus entablara una singular apuesta con el Diablo, Edgar Allan Poe ya nos advirtió en su cuento “Nunca apuestes tu cabeza al Diablo” de los peligros que conlleva jugar con este personaje que, en la mente de Gilliam, adquiere la fisonomía de un magnífico Tom Waits.

La desigual partida que enfrenta al mago Parnassus, al que presta su imagen un no menos excelente y entrañable Christopher Plummer, se escenifica en un universo cambiante de formas y personajes, en el que Heath Ledger es capaz de transmutarse en Johnny Depp, Jude Law y Colin Farell. Resulta difícil esbozar una guía aproximada de este viaje abracadabrante; quizás todo se resuma en la mera necesidad de dejarnos llevar por la fantasía y los sueños cuando sentimos que la realidad nos ahoga. La cuestión, a la hora de dejarnos llevar por el imaginario del Dr. Parnassus, es disfrutar con el barroquismo de una ingeniosa puesta en escena y una historia hermosa en la que, incluso, topamos con un guiño musical que Gilliam dedica a aquellos días compartidos junto a los Monty Python.

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