«Gigante» es la historia de Jara, un uruguayo de 35 años aficionado al heavy metal, que trabaja en el turno nocturno de un supermercado de la capital. A través de las cámaras de seguridad se fija en Julia, una empleada de la limpieza de la que se enamora, aunque no se atreva a relacionarse abiertamente con ella. La película del argentino Adrián Biniez se estrenará en salas del Estado español el 2 de octubre y ha sido también seleccionada para clausurar XVI Festival de Biarritz Cine y Culturas de América Latina el próximo 4 de octubre.

Biniez (Buenos Aires, 1974), proviene del mundo de la música y ve el mundo del cine «bastante esquizofrénico y te expones más», aunque siempre deseó entrar en él, porque en «Argentina no conocía a nadie vinculado al cine». Por ese motivo, «no estudié cine ni pisé un set anteriormente», por lo que la productora lo puso a prueba cuando se les presentó con «un guión que les gustó». Le propusieron grabar un corto «y si demostraba que era capaz de manejarlo realizaríamos la película», que al final rodó en Uruguay, donde actualmente reside.

Premiada en Berlín

El corto lo escribió en 2004 y lo grabó un año después y «Gigante» se finalizó en enero del 2009. «Pasó mucho tiempo, pasaron muchas cosas por medio. Tardamos: el corto lo escribí en 2004, lo filmé en 2005 y el largometraje lo finalizé en enero del 2009. «Es difícil realizar una primera película y más en Latinoamérica», confiesa Biniez, aunque reconoce que «hace cinco años no me creería el poder realizar un largometraje». Orgulloso de haberla terminado, reconoce que «me gusta mi película y la quiero mucho», concluye.. El filme fue presentado en Berlín, donde tuvo muy buena acogida y llegó a acumular tres premios. Para el director, «es una sensación extraña ver cómo reacciona la gente de lugares diferentes y cómo recibe y percibe las cosas como vos las pensaste».

Comedia discreta, «Gigante» está teñida de «un humor extraño, más de sonrisa que de carcajada». Sobre el ritmo, en el que al principio puede costar entrar... «lo entiendo» acepta Biniez. «Al principio parece que no pasa nada, la concebí muy lenta al principio para ir sumando y sumando después, in crescendo». Cuestionado por la temática, apunta que «para mí el enfoque es más de voyeur». «No es una crítica a la videovigilancia», como podría ser el film chileno «Ilusiones ópticas», porque, reconoce, lo que «me interesaba era el enamoramiento tímido del vigilante, y las cámaras te permiten ese juego».

A Biniez le gustaría seguir contando historias en el cine, y espera en adelante «no tener que esperar tanto y que me resulte más fácil».