Altura de miras frente a maniobras de bloqueo
Las últimas maniobras concertadas entre UPN y PSN evidencian un nerviosismo que, visto desde fuera, no tiene fácil explicación. Primero fue la expulsión de CDN del Gobierno y ayer, tras varias semanas amenazando, la Ejecutiva del PSN hizo pública su decisión de romper todos sus pactos municipales con NaBai. Son pasos precipitados que no concuerdan con la supuesta estabilidad lograda tras el acuerdo de Ferraz.
Hasta cierto punto es lógico que UPN intente perpetuar la situación actual, toda vez que en las últimas elecciones forales quedó demostrado que su victoria no le garantiza el poder mientras permanezca aislado. Pero el movimiento del PSN parece un error desde todo punto de vista, sea éste electoral, social o político. Incluso de cara a una unidad interna que Jiménez no ha hecho nada por garantizar. Situado como soporte de la derecha y contra todo aquello que suene a vasco, el electorado del PSOE en Nafarroa se reduce notablemente, en la medida en que unos pueden optar por el original, UPN, otros terminarán en la abstención y otros escogerán alternativas que les oferten lo que realmente buscan: un cambio.
Parece evidente que Sanz, Barcina y Jiménez buscan blindar el statu quo por un periodo más largo que esta legislatura, adelantándose a un posible cambio estructural general que pueda tener impacto especial en Nafarroa. Ese hipotético cambio no puede ser otro que una propuesta política de calado por parte del independentismo para avanzar en la resolución del conflicto vasco. Es la propuesta a la que los poderes fácticos navarros tienen pánico; por eso trucaron el escenario para impedir la igualdad de condiciones hace muchos años y por eso siguen necesitando incesantes maniobras de blindaje.
Mientras tanto, en el campo abertzale también se tomará posición de cara a unas elecciones. Los elementos que imposibilitaron antes una alianza de todos los abertzales y progresistas navarros han perdido peso. A no ser que alguien herede el derecho a veto que se otorgó a un PNV que tiene 3.600 votos en Nafarroa y que no gobierna en Gasteiz. Sólo hace falta altura de miras.