Jakue Pascual Sociólogo
¡Prohibido... perros!
Un sex-shop londinense prohíbe probarse preservativos, un zoológico griego quitarle la comida al mono y en la Rue de la Liberté de Bruselas no se pueden pegar carteles
Tótem y tabú. No canibalizarás ni cometerás incesto. La ignorancia es atrevida en el Génesis. «Puedes comer de todos los árboles del jardín mas del árbol de la ciencia del bien y del mal, no». De gustu pomi, la dulzura de lo prohibido nos pone sobre la pista de la materia.
En el Shabbat las prohibiciones son como una montaña sostenida por un cabello. La iglesia romana consagra el «no» a la homosexualidad, la masturbación, la fornicación fuera del matrimonio, el aborto y los condones. No hay desnudo en la publicidad islámica. Barbie Fulla. La Autoridad para la Virtud declara forma ofensiva la cruz de la camiseta del Barça. La laica Francia prohíbe el velo musulmán y en Suiza se celebra un referéndum para erradicar minaretes.
«Prohibido escupir, jugar a la pelota y hablar en vasco» en las escuelas de Iparralde. En Francia no se puede llamar Napoleón a un cerdo. La persecución de la ikurriña la convierte en símbolo de la resistencia antifascista. La Ley para la Regulación de Banderas y la Ley Foral de Símbolos la obliga a ondear junto a la enseña española en los balcones oficiales de la CAV, vedándola en Navarra. La norma no regula su uso en el Norte. Ley de Partidos e ilegalizaciones en cadena. La pedagogía de la nueva EITB deja sin voz a los sin voz. Interior amenaza a Etxerat tras el revés judicial que permite exhibir fotos de presos. Y la AN veta las convocatorias de Ahaztuak en memoria de los muertos por la dictadura.
En la playa de Binibequer multan con 1.200 euros por pasearse sin la parte de arriba del bikini. En Tenerife estudian sancionar los castillos de arena. Y la Diputación de Bizkaia castiga a los chuchos sin playa durante todo el año. Más: se prohíbe preguntar por la Dolores en Calatayud, asustar al león del Circo Atlántico, y en el Materno-Infantil de Málaga prohibido sentarse en las camas vacías, en las ocupadas se ruega no hacerlo sobre las enfermeras.
Ley Seca, ley zanahoria y leyes antibotellón. Ley antitabaco de sabores. Los menores ingleses no pueden salir solos a partir de las nueve. En la estación de Warrington Bank Quay se prohíben los besos. E-952, Chávez retira Coca Cola Zero. En la NBA y en los marines no se puede twittear. El iPod Nano 5G es vetado en los gym. Un sex-shop londinense prohíbe probarse preservativos, un zoológico griego quitarle la comida al mono y en la Rue de la Liberté de Bruselas no se pueden pegar carteles. El delirio prohibicionista se instala en la Italia de Berlusconi. Comer pizza frente a Santo Stefano cuesta 160 euros de multa y usar zuecos en Capri otros 50.
La ultraderecha declara a Foucault enemigo público número 1 y los arrepentidos, como Vargas Llosa, obvian las leyes autoritarias de competencia neoliberal y propiedad privada capitalista y achacan a la consigna libertaria del 68, «prohibido prohibir», la pérdida de autoridad del maestro.
Prohibido cagarse en Dios en Cenicero. Un cartel advierte en la entrada de un cementerio: «Prohibido el acceso salvo a residentes y autorizados». Una prohibición que, por una vez, prefiero no saltarme.