Raimundo Fitero
Ejemplar
Asqueados por tanta zafiedad propagandística que nos procuran los chicos de la porra y la pluma intoxicadora totalmente encabritados, encontrarse con un acción absolutamente medida de buen marketing como la que ha realizado la marca de cava Freixenet, es digna de mención. Se estudiará en las facultades porque es ejemplar. Pensado y ejecutado con tanta destreza que nadie puede reprocharles ni una pizca sobre algunas de las derivadas que tiene la declaración de que, dadas las circunstancias económicas generales, no van a realizar ningún spot nuevo sobre sus productos y van a repetir el emitido el año anterior, con una simple variación al final, claro está, van a desear feliz 2010.
Genial. Este anuncio de las denominadas burbujas de oro, es, sin lugar a dudas, un clásico. Uno de esos anuncios que llenan y rellenan muchos minutos, que siempre ha contado con estrellas rutilantes del mundo del espectáculo para desear felices fiestas y vender la marca de cavas que más vende. Un clásico en el que se gastaban mucho dinero en su producción, y este año, para ahorrar, repiten con la chicas de la natación sincronizada y Gemma Amengual a la cabeza que ha sido, por otro lado, el anuncio más celebrado en los últimos tiempos porque se trataba de seguir con la misma estética, pero en plan ballet acuático, y con unas mujeres muy conocidas y reconocidas por sus logros deportivos.
Se anunció ayer su gesto y desde entonces todos los medios estamos hablando del asunto, con lo que el efecto de propaganda se ha logrado con gasto cero y se sobreentiende que si bien no se van a gastar la millonada que les costaba la producción del anuncio, sí se van a realizar las inserciones reglamentarias en los medios, es decir que se dirá cuándo, dónde, a qué hora se emite el primero y será de los últimos en aparecer entre los dos años. Ejemplar medida de publicidad. Existe entre las grandes marcas un miedo a un efecto rebote. Se están quitando signos externos de poderío económico, se guarda el dinero de manera más sibilina. Es el ahorro del miedo. Pero quizás ayude, a corto plazo, a entrenarse en una vida sin despilfarros, sin que se premie la exuberancia y no la calidad y la constancia.