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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Ya no lo ocultan

Bajo el pomposo título de director de la Sociedad Española de Psicología de la Violencia, anda por ahí un pájaro de nombre Andrés Montero Gómez que anida en las páginas de «El Correo Español» y ayer nos regalaba una perla cultivada. Tras su lectura, se lo aseguro, lo veo todo más claro.

Según el personaje en cuestión, «en la apuesta soberanista habría desahucio para el PNV y para los -considerados por ETA- desertores de Aralar. Claro, que la excomunión del PNV en el polo soberanista sería esencialmente simbólica. De hecho, no es nada alucinatorio imaginar que la corriente más abertzale del Gipuzku Buru Batzar peneuvista estaría no sólo al tanto sino también promoviendo, discretamente, el polo soberanista con intención de reconducir, a futuro, a los descarriados posibilistas de un PNV heredero de Imaz una vez el independentismo se impusiera ya sin ETA presente. Eso es lo que estaban soñando en el GBB cuando la policía, en un eficacísimo momento estratégico antiterrorista, irrumpió». Este tío toma sustancias dañinas. Seguro.

Y luego llega la dentellada: «A los sindicatos y al PNV se les han atragantado las detenciones de Otegi y Usabiaga. Los sindicatos son los grandes olvidados de la estrategia antiterrorista del Estado y el movimiento de trabajadores abertzales, una de los más silenciosas junturas de infiltración social de ETA. Desde luego, la complejidad de desintoxicar ese reducto contaminado por ETA es de cirugía neurológica, pero también se pensaba imposible ilegalizar a ETA en la política y casi (casi) está conseguido. El movimiento sindical debería ser uno de los focos de la estrategia de deslegitimación social del terrorismo emprendida por Patxi López (...) No es fácil y tendrá que ser ingeniería social eminentemente pero, como decimos, también parecía imposible clausurar «Egin»». ¿Imposible? Pues llegó Garzón con cien hombres armados hasta los dientes, se llevó por delante a quien quiso y, con las armas en la mano, echaron la persiana. ¿Le parece eso difícil a Montero?

Pero lo que de verdad angustia al personaje es lo que sigue: «Lo cierto es que, si la base social no se modifica y el pacto PSE-PP no se fortalece, los gobiernos post-ETA en Euskadi serán independentistas sin ningún problema, una configuración PNV-Batasuna-EA y, por mucho que sorprenda, Aralar». Equilicuá.

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