Dieciséis estadounidenses han muerto en las últimas 24 horas en Afganistán, en una de las jornadas más trágicas para EEUU desde que invadiera el país asiático. Catorce de ellos (once soldados y tres civiles) murieron en dos incidentes distintos en los que se vieron involucrados tres helicópteros; uno más como consecuencia del estallido de una bomba y otro a raíz de las heridas causadas por un ataque insurgente.

Uno de los helicópteros se estrelló el lunes en la provincia de Badghis (oeste), causando la muerte de siete soldados y tres civiles y heridas a 26 personas (catorce soldados afganos y once militares y un civil de EEUU), según informó la ISAF (misión de la OTAN para Afganistán).

Los tres civiles, según una fuente diplomática anónima, trabajaban para la agencia antidroga estadounidense (DEA).

La ISAF aseguró que la causa del accidente «no se debió a la acción del enemigo», aunque un portavoz talibán, Qari Yusuf Ahmadi, afirmó que el helicóptero que cayó en Badghis fue derribado por sus hombres y que en el ataque murieron 24 soldados extranjeros.

Ahmadi se refirió también al choque de dos helicópteros estadounidenses, en la mañana de ayer, en la provincia de Helmand (sur). «Dos helicópteros de las fuerzas internacionales estaban en el aire, disparamos contra uno de ellos y los disparos afectaron también al otro, cayendo ambos», señaló a France Presse.

En este segundo incidente murieron cuatro soldados de EEUU y dos más resultaron heridos, según la ISAF, que lo calificó de «accidente» debido a una colisión en el aire. «No se ha registrado fuego hostil», aseguró el mando de la OTAN.