El largo y tedioso proceso de elaboración, presentacion, debate y aprobación de los presupuestos en las instituciones tiende a pasar desapercibido en la opinión pública. Aunque los medios de comunicación le dedican torrentes de tinta, resulta un asunto árido por propia esencia y, además, muy dado a la demagogia política. Sólo un análisis pausado de los datos, si es que llegan a trascender con la suficiente claridad a la sociedad, nos permitiría dibujar un panorama aproximado de qué es lo que propone cada uno y en qué manera nos afecta a los ciudadanos. Tarea de titanes. Pero no cabe duda de que, seamos más o menos conscientes, es en este proceso y no en otro en el que se marcan las líneas de gestión, en el que se decide en qué se va a invertir nuestro dinero y, en definitiva, en el qué se retratan los partidos políticos ante sus electores en relación con sus muchas y variadas promesas políticas.

Hasta ahí la teoría. Veamos la práctica en el entorno en el que, queramos o no, tenemos que lidiar cada día. Coinciden Patxi López y Antonio Basagoiti en que los presupuestos que han acordado para 2010 en la CAV no tienen carácter político. Que no son ni de izquierdas ni de derechas, sino todo lo contrario. Que las urgencias de la crisis difuminan las diferencias en los modelos económicos de unos y otros hasta hacerlas imperceptibles. Que patatín y que patatán.

PP y PSOE sellaron su «pacto para el cambio» con el único afán de apartar a las fuerzas abertzales de la administración de su propio país, y los presupuestos eran parte del pastel. Ésa es la realidad. ¿Por qué ese esfuerzo por disfrazar ahora lo evidente? ¿Por qué hacer sangre en la herida de los miles de votantes (especialmente del PSOE) engañados por un pacto que ultraja la memoria y pone a prueba las conciencias? ¿Acaso creen que engañan a alguien? Quizá, pero yo me pregunto hasta qué punto se puede insultar la inteligencia de las personas sin que éstas lleguen a rebelarse. Ese límite no debería andar lejos, pero cuando creíamos que el sainete no podía ser ya más patético, sale el PNV apoyando las cuentas del bloque españolista. Para no echar gota.