La joven bilbaina Amaia Urizar recobró ayer su libertad, dejando atrás la cárcel de Córdoba después de permanecer cinco años en prisión. En este lustro Urizar ha sido dispersada en infinidad de ocasiones por toda la geografía española, conociendo de primera mano la cárcel madrileña de Soto del Real, la prisión de Brieva, Granada y finalmente Córdoba.

Familiares y amigos de la joven se desplazaron ayer hasta esa última cárcel para encontrarse con la joven y trasladarla hasta la capital vizcaina, donde le esperaban numerosos vecinos para mostrarle su apoyo.

Urizar fue arrestada por la Guardia Civil el 29 de octubre de 2004 cuando tan sólo contaba con 22 años de edad y en el marco de una redada contra numerosos jóvenes bilbainos. Cinco días después, y una vez finalizado el periodo de incomunicación, el relato realizado por la propia joven sobre lo ocurrido cuando se encontraba en manos de los agentes del instituto armado generó intensa conmoción y protestas. Detalló cómo fue violada con una pistola por los guardias civiles encargados de custodiarla, además de sumergirla en una bañera, entre otros tormentos que se repitieron durante cinco días.

Pero el relato de Amaia Urizar no fue un caso aislado, y es que la mayoría de los arrestados en aquella operación denunciaron después haber sido objeto de graves torturas. A modo de ejemplo, Haritz Totorika, arrestado también en aquella operación y puesto en libertad la pasada semana, tuvo que ir ante el juez con muletas tras el periodo de incomunicación.