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La seguridad laboral no es prioridad ni de la empresa ni del contratante

Ayer Bilbo fue escenario, por segunda vez en un plazo de cinco días, de un accidente laboral con el más trágico resultado posible: la muerte del trabajador accidentado, un bilbaino de 45 años que trabajaba en una empresa subcontratada para la construcción del nuevo edificio del Ayuntamiento de la capital vizcaina. Al igual que el fallecido la semana pasada, la causa de su muerte fue la caída desde la altura donde trabajaba; sin embargo, más allá de la causa inmediata existe otra estructural y extensible a toda la siniestralidad laboral y que prácticamente se puede reducir a una palabra: precariedad; es decir, puesto de trabajo de baja calidad, salario reducido, malas condiciones de trabajo... todo lo cual redunda en inseguridad laboral. Normalmente se denuncia, con razón, la dejadez e irresponsabilidad de las empresas que abaratan costes en detrimento de la prevención de accidentes, pero esa misma desidia es aplicable en muchas ocasiones a las instituciones, pues en las obras públicas también se permite, incluso se fomenta, esa precariedad, y en ningún caso es aceptable abaratar la obra pero descuidar la seguridad, máxime cuando el contratante es una institución pública.

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