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Los nuevos cargos son un juego de criterios y de poder

Ante la acumulación de cargos en el aparato comunitario, los Veintisiete deberán afinar más que nunca en los criterios habitualmente utilizados para su designación. Lo que los estados no aceptarán bajo ningún concepto, sea por perfil o por contenido y competencias del cargo, es alguien que les haga realmente sombra.

Josu JUARISTI

Aunque el Consejo Europeo que comienza hoy en Bruselas no podrá elegir ni al presidente del Consejo Europeo ni al jefe del nuevo Servicio Europeo de Acción Exterior, es obvio que, en los pasillos, ambos temas ganarán de calle al resto de cuestiones recogidas en el orden del día de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión. Junto con estos dos cargos oficializados en el Tratado de Lisboa, la UE cuenta con un presidente de la Comisión Europea y un presidente del Parlamento Europeo. Y en la lista de altos cargos podríamos colocar, además, a los comisarios europeos. Ante la acumulación de cargos en el aparato comunitario, los Veintisiete deberán afinar más que nunca en los criterios habitualmente utilizados para su designación: correlación de fuerzas en los gobiernos de los estados, grupo mayoritario en el Parlamento Europeo, nacionalidad, geografía, tamaño del Estado miembro y, directamente relacionado con los dos primeros factores, afiliación política. Y, por supuesto, en un mundo normal, sobre todo esto debería primar la capacidad del candidato para asumir la responsabilidad. Pero es obvio que tampoco el aparato comunitario es un mundo normal. Hay un elemento más a tener en cuenta, la cuestión del género. Y otro más para rematar el tema, el dominio del inglés, que es la lengua franca comunitaria por más que les pese a franceses y alemanes.

Luego, todo dependerá del momentum del proceso de integración europeo, de si los estados -los que realmente mandan, se sobreentiende- quieren cargos fuertes o dóciles. Lo que estos no aceptarán, sea por perfil o por contenido y competencias del cargo, es alguien que les haga realmente sombra. Y, además, conviene no perder la perspectiva: el presidente del Consejo Europeo no será el presidente de la Unión Europea y el jefe del nuevo Servicio Europeo de Acción Exterior no será un ministro europeo de Asuntos Exteriores. Esta Unión Europea no está, en absoluto, en esa fase. Estos cargos son otra cosa: una respuesta ineludible a graves problemas de funcionamiento y visibilidad de la Unión. Y tanto el presidente del Consejo Europeo como el jefe del Servicio de Acción Exterior estarán supeditados, en primer lugar, a los criterios y directrices de los estados miembros. Sin embargo, modificarán algunas estructuras, por ejemplo, la de las presidencias rotatorias del Consejo de Ministros. Para los españoles es una faena, porque si el presidente del Consejo Europeo entra en funciones el 1 de enero de 2010, su pomposa presidencia semestral perderá buena parte de su impacto mediático.

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