El Arriaga acogió a un elenco vocal y una orquesta barroca de primera categoría, que ofrecieron la zarzuela (casi ópera ) “Clementina”, de música liviana, firmada por el ilustre Luigi Bocherini –tan famoso en el Madrid de antaño–  y con letra del insigne dramaturgo Ramón  de la Cruz. Gozamos de una música ligera plagada de arias, dúos, tríos y concertantes muy dignos, a cargo de unas voces educadas y logradas, que recibieron un acompañamiento orquestal de finos y afinados instrumentistas.

Clemente, viudo y preocupado con dos hijas casaderas, se enreda continuamente con los posibles pretendientes, hasta que finalmente comunica a Clementina que no es hija suya y deshace el embrollo amoroso que se va tejiendo en escena. Dos sopranos y dos mezzos de catadura verosímil encarnan a Damiana, educadora fiel y educada; Clementina y Narcisa, hijas de don Clemente, y teje el enredo una sedosa voz de bajo cantante con mucha escuela escénica , corroborada por actores percatados con clase y buena expresión escénica.

Oímos arias a las voces blancas con gracia y salero, al agudísimo tenor sevillano y al encalado barítono que llenó toda la obra con escenografía patente y graciosa. También dúos de sabor, tríos y preciosos concertantes logrados y enfatizados. Una representación cantada y escenificada con gusto.