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Gari Mujika Periodista

Caladeros gratuitos

En demasiadas ocasiones me avergüenzo de ser occidental por esa práctica de imponer nuestra visión al resto del mundo aunque sea a costa de conformar la mayor entente «terrorista» existente. Y Somalia, evidentemente, tampoco ha escapado a ese genocidio selectivo durante siglos. Masacramos culturas como si de moscas se tratara, expoliamos sus riquezas como si fueran nuestras, los matamos de hambre y sed, inundamos sus mares con residuos tóxicos, empleamos a sus hijas como meretrices predilectas y a sus hijos como basura presa... Pero como el domingo toca ir a misa, limpiamos conciencias enviándoles los preservativos caducados que los europeos desechamos. Y, a pesar de todo eso, los occidentales siempre seguimos viendo con una tediosa envidia cómo se cobijan felices bajo el manto de sus propios sueños.

En Somalia, donde la esperanza de vida no alcanza ni los 50 años y la deuda externa sobrepasó en 2001 los 2.500 millones de dólares, los europeos nos hemos encargado de instalar una guerra civil constante, forzamos la muerte por inanición y a quienes se alzan defendiendo sus mares los declaramos «terroristas».

Un mes lleva secuestrado el Alakrana. Tiempo en el que al joven Abdú Willy le ha tocado la lotería. Y, para más inri, la española. Le han otorgado, además, el don de la regeneración... ayer podía tener 18 años, hoy 28 y mañana, según vayan las negociaciones, puede que tenga 16. Incluso el fiscal de la Audiencia Nacional española evidenció la incompetencia supina de sus forenses, tal y como han denunciado durante decenios miles de torturados. Pero al final, tras ocho viajes, la decisión ha recaído sobre un elenco de expertos en medicina ósea: la Sala del tribunal especial. Con una exactitud sólo al alcance de estos profesionales, afirman que Willy tiene entre 18,5 y 20,5 años.

Puede que sea así, pero las únicas referencias que los somalíes van a encontrar de esas cifras serán las del calibre del armamento con el que les dispararán en sus costas cuatro iluminados a quienes pagaremos una millonada. ¿Para qué vamos a hablar de alternativas para los arrantzales si tenemos un inmenso caladero gratuito en África? Hoy será el Alakrana, pero ¿y mañana? Puede que más somalíes sean juzgados en el Tribunal Internacional de Garzón, ¿pero cuántos pescadores regresarán a casa? Y luego, además, exigiremos justicia.

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