El último balance dado a conocer ayer por el Ministerio ucraniano de Salud eleva a al menos 67 el número de personas que han fallecido a causa de la gripe A y problemas respiratorios agudos en el país, una situación que ha provocado una sicosis entre la población que ahora el Gobierno trata de contener.

El Ministerio de Salud explicó que los fallecidos proceden, principalmente, de las regiones occidentales del país, las más afectadas por la epidemia, pero aclaró que estas cifras «no son muy diferentes» a las observadas en años anteriores. Agregó que «oficialmente, han sido confirmados 22 casos gripe el virus N1H1» en este país de 46 millones de habitantes, y sólo una de las muertes ha sido causada por el virus N1H1. Sin embargo, dijo que unas 255.000 personas están afectadas por la gripe. 15.000 de ellas han sido hospitalizadas, alrededor de 170 en unidades de cuidados intensivos.

Tras el anuncio el viernes de medidas drásticas para poner freno a la propagación de la gripe, tales como el cierre temporal de las escuelas o la suspensión de las reuniones públicas, la primera ministra, Yulia Timoshenko, trató ayer de tranquilizar a la población, que se precipitó a las farmacias para comprar mascarillas y medicinas antigripales, ahora casi imposibles de hallar.

«Tenemos una epidemia de gripe común acompañada de un pequeño número de casos de gripe H1N1», aseguró, denunciando el carácter artificial del pánico «creado por las declaraciones sin escrúpulos de algunos políticos».

Mientras, la Iglesia ortodoxa de Ucrania pidió a sus fieles que se unan a la oración a la que esta semana se entregarán sus sacerdotes para «detener la propagación de la enfermedad».