
Un mes de precipitadas decisiones en Madrid y tres d�as de serena exigencia en Bermeo
La imagen creada ayer en el puerto de Bermeo por miles de ciudadanas y ciudadanos exigiendo, bajo los paraguas, a las autoridades pol�ticas y judiciales espa�olas que antepongan la salvaguarda de las vidas de la tripulaci�n del �Alakrana� a cualquier otra consideraci�n refleja, como en pocas ocasiones ha sucedido en Euskal Herria, que el sentido com�n de una sociedad madura ante una circunstancia concreta no puede ser frenado por ninguna norma establecida en un texto legal. Ni siquiera quienes se presentan en las tribunas p�blicas como sus m�s f�rreos defensores se han atrevido en los �ltimos d�as a apelar al �Estado de derecho� ni al C�digo Penal para construir un muro que impida la liberaci�n de los marineros secuestrados por los piratas somal�es en aguas del �ndico.
En esta ocasi�n, la ciudadan�a vasca, como la gallega, no s�lo ha dado forma a esa impresionante imagen de solidaridad, sino que tambi�n ha creado directamente la �opini�n p�blica� en torno a c�mo se debe resolver este caso. Desde el pasado 2 de octubre, familiares y compa�eros de los marineros han logrado que sus reflexiones, surgidas desde los sentimientos personales pero tambi�n desde la experiencia, se escucharan por encima de las in�tiles pol�micas en las que se han entretenido muchos portavoces pol�ticos, quienes durante un mes han estado m�s pendientes de aprobar en el Parlamento espa�ol una norma para que en el futuro los pesqueros puedan contar con una escolta armada de mercenarios que de resolver lo que estaba sucediendo, en vivo y en directo, dentro del �Alakrana�.
S�lo el cambio de estrategia de los secuestradores, al dar un ultim�tum de tres d�as para que se cumplan sus exigencias y enviar a tierra a tres de los tripulantes, ha logrado que las demandas de las familias y de las poblaciones directamente afectadas hayan ocupado los titulares principales. Y son sus exigencias, no las de los piratas, las que est�n siendo apoyadas casi de forma un�nime por la ciudadan�a vasca, consciente de que, para lograr un desenlace feliz, el tema no pod�a quedar en manos de una clase pol�tica incapaz de interiorizar que, por encima de las leyes escritas en base a vagos principios generales, est�n el sentido com�n, la educaci�n, el civismo y la solidaridad.
No hay ning�n obst�culo legal
Pretender que el destino de los tripulantes del �Alakrana� pasa por la interpretaci�n que un juez de la Audiencia Nacional haga de un texto legal -sea el C�digo Penal, la Constituci�n espa�ola o la Convenci�n de Ginebra- no es de recibo. Menos a�n en el Estado espa�ol, donde, como han reiterado organismos como la propia ONU o Amnist�a Internacional, ni siquiera se cumplen esos preceptos generales cuando se trata de criminalizar al independentismo vasco. Si cuando pretende imponer sus intereses, como han conocido en primera persona muchas ciudadanas y ciudadanos vascos, Madrid recurre m�s al �estado de excepci�n� que al �estado de derecho�, �alguien va a creer que en este caso el Gobierno de Zapatero y Rubalcaba no puede dictar a los jueces la medida que desee tomar, digan lo que digan los textos sagrados de la Justicia espa�ola? No existe ning�n problema legal para que los dos piratas apresados en Madrid sean devueltos a Somalia o enviados a Kenia, como no lo existe para pagar el rescate, porque esto �ltimo se ha hecho en otras ocasiones sin que los jueces hayan perseguido a los armadores.
No es el Gobierno espa�ol el responsable del secuestro -utilizar la demagogia no sirve para solucionar ning�n problema- pero, dadas las circunstancias, en estos momentos la resoluci�n del caso s� depende en gran medida de las decisiones que adopte en las pr�ximas horas. Por eso hay que entender como un buen paso el que, cambiando su estrategia, haya optado por no contradecir en p�blico las exigencias de las familias de los secuestrados y, adem�s, haya apartado del primer plano informativo a la belicosa Carme Chac�n -anulada para dirigir cualquier negociaci�n por su inconsciente defensa del apresamiento de los dos piratas en la costa somal� por parte del Ej�rcito espa�ol- para poner al frente al m�s diplom�tico Miguel �ngel Moratinos.
En principio, hoy se cumple el plazo del ultim�tum lanzado por los secuestradores para que sus compa�eros retenidos en Madrid sean extraditados. No obstante, al redactar estas l�neas, ayer eran m�s los mensajes de esperanza que los de des�nimo. Tambi�n parece probable que el secuestro todav�a se alargue en el tiempo, si bien ahora se entiende que ese lento transcurrir de las horas y los d�as ser� favorable a los intereses de los marineros secuestrados. Por todo ello, conviene seguir escuchando atentamente las reclamaciones de los familiares de la tripulaci�n y, al mismo tiempo, hacer o�dos sordos a las est�riles disputas de los portavoces pol�ticos, como la que se organiz� ayer mismo apenas unas horas despu�s de la concentraci�n de Bermeo en torno a qui�n result� m�s favorecido por las c�maras de televisi�n. Conviene mantener el sentido com�n, que al parecer es el menos com�n de los sentidos de buena parte de nuestra clase pol�tica y de la espa�ola.