ASTEA MUNDUAN
Lecciones de un muro y de su caída hace 20 años
Dabid LAZKANOITURBURU
Periodista
Transcurridos 20 años de los sucesos de Berlín -que al decir de algunos marcaron el final del siglo XX-, el mundo está, cada vez más, surcado de muros, físicos algunos, otros intangibles aunque no menos reales e hirientes.
La perspectiva que da el tiempo y la lenta desclasificación de documentos, unida a la publicación de las memorias de algunos de los protagonistas de lo sucedido entonces, pemite una mirada más sosegada de aquellos complejos hechos, menos condicionada por tanto por la propaganda, recurso éste último siempre muy querido por los vencedores tras la última batalla.
Dejando a los historiadores el debate sobre las distintas interpretaciones de aquellos días -a cada uno lo suyo-, lo que sí sorprende es la escasa labor de reflexión interna -más allá de algunos círculos intelectuales- llevada a cabo por la izquierda sobre un tiempo histórico que, lo quiera o no, forma parte de su legado histórico.
Porque una cosa es no tragarse la propaganda que presentó la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento de la URSS y de sus satélites como el «triunfo de la libertad» o el «final de la historia» y otra muy distinta no extraer lecciones de aquellos hechos, que mostraron la debilidad de los sistemas del «socialismo real» y el hartazgo de sus poblaciones.
Sin obviar algunos de los logros de aquellas sociedades -igualitarismo, protección social...-, y sin ánimo de parecer presuntuoso, apunto una primera lección: No basta con tener razón. Hay que saber gestionarla. Y eso sirve para estos tiempos en los que el neoliberalismo ha mostrado su fracaso y sinrazón. Pero no ha sido vencido.