«La sociedad no va a ser nunca más como era antes de la crisis»
Invitado por la Fundación Ipar-Hegoa de LAB, Asbjorn Wahl ha impartido varias conferencias en Euskal Herria en los últimos días. En entrevista concedida a GARA, advierte de que la situación no va a volver a ser como era antes de la crisis, aunque no se atreve a decir si será mejor o peor.
Iker BIZKARGUENAGA |
Asesor del Sindicato Noruego de Empleados Municipales y Generales, y miembro del comité coordinador del Foro Social Europeo, Asbjorn Wahl no sólo conoce de primera mano el «método noruego» de lucha contra la ofensiva neoliberal, que tuvo un hito en las elecciones de 2005, sino que tiene también un amplio conocimiento de la experiencia social y sindical de todo el continente, y sus análisis sobre la situación económica y la relación dialéctica entre la clase obrera y el capital son escuchados con atención en todo el mundo. Su ponencia «Trabajo y desarrollo: ¿qué podemos aprender del modelo nórdico?», preparada con ocasión de la Conferencia Global del Trabajo -Johannesburgo, abril de 2007- es una referencia de obligada lectura.
Esta pasada semana ha estado en Euskal Herria invitado por la Fundación Ipar-Hegoa del sindicato LAB, y GARA ha tenido ocasión de entrevistarle.
En este contexto histórico, en el que el neoliberalismo se encuentra en plena ofensiva y está destruyendo el llamado estado de bienestar, ¿es posible mantener un escenario de paz social como hace unas décadas?
Lo que sucede es que ese escenario de paz social ya se encuentra roto desde hace tiempo. Hace ya más de 20 años que se está produciendo un fuerte ataque contra el estado de bienestar, con privatizaciones de servicios públicos, recortes en los servicios sociales, han reducido las pensiones... la lucha lleva varios años, aún sigue, y va a serguir así durante varios años.
¿Qué respuesta obtuvo desde los movimientos sindicales y desde la izquierda este giro hacia la confrontación por parte del capital?
No ha encontrado mucha resistencia. Los sindicatos se pusieron inmediatamente a la defensiva porque no estaban preparados. La verdad es que [las fuerzas neoliberales] tuvieron una fácil victoria. Además, se había producido un proceso de despolitización y desradicalización del movimiento sindical que hizo más fácil al capital atacar las condiciones del trabajo y los derechos de los trabajadores.
Sin embargo, como ha indicado, esta ruptura del pacto social por parte del capital se produjo hace muchos años, y muchos sindicatos parecen aferrados al discurso de la paz social...
Es que estaban completamente cómodos en la ideología de la paz social. Ha sido necesario mucho tiempo para que se hayan ido dando cuenta de la situación. El cambio del modelo de consenso social por la confrontación que hizo el capital no era entendible por la ideología de pacto social existente en el movimiento obrero. Además hay que citar el papel que han tenido los medios de comunicación, que se han convertido en importantes instrumentos del poder económico y de promoción del modelo neoliberal.
Cita la despolitización del movimiento sindical como un factor que ha facilitado al capital atacar los derechos de los trabajadores. ¿Cree por tanto que los sindicatos deben jugar un papel político en la sociedad?
Sí, por supuesto. Tenemos el ejemplo de Noruega, donde los sidicatos han sido capaces de mover al Partido Laborista hacia la izquierda. La mayor politización de las centrales sindicales, además de la aparición de alianzas y la creación de nuevos movimientos sociales, es el elemento que ha contribuido a los avances producidos en la izquierda noruega y que nos han permitido alcanzar importantes victorias.
Históricamente los sindicatos noruegos se habían limitado a dar soporte al Partido Laborista. ¿Cómo se produjo el proceso que derivó en la victoria de la coalición de izquierda en 2005?
Fue poco a poco, en una tendencia larga en que nos fuimos haciendo políticamente independientes. El Partido Laborista había puesto en práctica algunas políticas liberales y privatizadoras, y el giro a la derecha de este partido obligaba al movimiento sindical a asumir un papel político más importante. En 2005 fuimos capaces, a través de nuestras demandas, de llevar a la izquierda al Partido Laborista, al que además los votantes habían castigado en las anteriores elecciones por sus políticas neoliberales. Esas demandas, además, fueron asumidas por otras formaciones, y finalmente se produjo la victoria electoral y el gobierno de coalición.
El pasado mes de setiembre ha vuelto a haber elecciones en Noruega y ha ganado otra vez la coalición gobernante. ¿Qué valoración hace?
Otra victoria del movimiento de izquierdas, aunque se ha producido un pequeño desvío hacia la derecha en la distribución de los escaños entre los partidos que conforman el Gobierno [el Partido Laborista subió 3 escaños y el Partido de la Izquierda Socialista bajó cuatro, mientras el Partido de Centro repitió los resultados de 2005].
De cara a las próximas elecciones, ¿cuál debe ser el papel del movimiento sindical?
Tenemos que incrementar la presión sobre el Gobierno para empujarlo hacia la izquierda, y debemos exigirle que concrete más algunos puntos del acuerdo de coalición de gobierno que aún no están muy definidos.
Hablando del papel político de los sindicatos, en Euskal Herria algunos portavoces políticos y mediáticos cargan contra la mayoría sindical argumentando que «se meten en política». ¿Qué opinión le merece?
No conozco concretamente el caso de este país ni sus circunstancias particulares, pero no se puede criticar a los sindicatos por hacer política. Al contrario, como he dicho antes es importante politizar a los sindicatos. Por eso, probablemente esas críticas puede ser intentos de deslegitimar la actividad del movimiento sindical.
Hemos hablado del ejemplo noruego, pero en el resto de Europa la derecha copa casi todos los gobiernos. ¿Qué debe hacer la izquierda para darle la vuelta a la situación?
Dejar de moverse a la derecha. La experiencia de Noruega demuestra que es totalmente falsa la idea que defiende que el supuesto giro de los electores a la derecha debe inducir a un giro también de los partidos hacia la derecha para atraer a los electores al centro. La experiencia demuestra que hay que polarizar el debate político y ofrecer alternativas. Cuando las alternativas son claramente opuestas, cuando las contradicciones sociales se sacan a la luz, la izquierda se moviliza con éxito. La derecha tiene el poder por la debilidad de la izquierda, como hemos podido ver con el ejemplo reciente de Alemania [tras cuatro años de gobierno en coalición, en las últimas elecciones la derecha liderada por la canciller Angela Merkel salió reforzada mientras el Partido Socialdemócrata tuvo un fracaso histórico].
Frente a la actual crisis económica que padecemos, ¿qué debe hacer el movimiento sindical y la izquierda en general?
Lo principal es ver cómo se articula una alternativa al actual modelo neoliberal. Es un modelo que ha quedado completamente desacreditado, y sin embargo la izquierda no ha sido capaz de plantear alternativas a la sociedad.
Tras la crisis, ¿la situación volverá a ser como antes?
No. La sociedad no va a ser nunca más como era antes de la crisis. Si lo que salga será mejor o peor, eso no lo sé, porque la situación puede ir por diferentes caminos. Por un lado, podría darse un desarrollo de modelos sociales autoritarios, y en este sentido estoy preocupado por la proliferación de mensajes, también desde los gobiernos, en contra de las actividades sindicales. El otro camino sería una «solución democrática», impulsada por los sindicatos, en la que los recursos económicos fueran gestionados y controlados desde parámetros democráticos. Esta sería la alternativa ideal, aunque el tiempo corre en su contra.
«El proceso de desradicalización y despolitización del movimiento sindical hizo más fácil al capital atacar a los derechos de los trabajadores»
«No se puede criticar a los sindicatos argumentando que hacen política. Al contrario, es muy importante politizar a los sindicatos»
En plena ofensiva neoliberal, la izquierda noruega ha conseguido en los últimos años algunos éxitos que han despertado el interés en otras latitudes y que expone como principal victoria los resultados de las elecciones de 2005, en la que un gobierno de centro-izquierda compuesto por el Partido Laborista, el Partido Socialista de Izquierda y el Partido Centrista desplazaron al ejecutivo derechista que gobernaba hasta entonces.
Una de las fuentes que inspiró ese modelo, en el que los sindicatos jugaron un papel primordial, fue el ejemplo de Trondheim -una importante ciudad situada en el centro de Noruega-, donde en las elecciones locales de 2003 la junta sindical rompió una vieja tradición, según la cual se limitaba a defender a los partidos de izquierda, generalmente al Partido Laborista, y decidió jugar un importante papel político.
Tal como describe Asbjorn Wahl en «El método noruego: una política de alianzas y de experiencias de lucha contra el neoliberalismo», en un amplio proceso democrático fueron formuladas 19 peticiones concretas sobre la manera que Trondheim debía ser gobernada en los cuatro años siguientes. Esas peticiones fueron dirigidas a los partidos con el siguiente mensaje: «apoyaremos a los partidos que defiendan nuestras exigencias». Esto tuvo un impacto muy fuerte sobre varios partidos, entre ellos el Laborista, que no podía permitirse perder el apoyo del movimiento sindical.
Varias formaciones hicieron suyas las peticiones de la alianza sindical, y ésta animó a sus miembros, así como a los electores, a votar por uno de esos partidos y a hacer un seguimiento de la campaña. El apoyo financiero que la junta sindical otorgaba tradicionalmente al Partido Laborista fue anulado ese año, ya que sus recursos se utilizaron para su propia campaña. Tal como señala Wahl, de esta forma «un movimiento sindical más politizado fue decisivo para revelar las contradicciones políticas de la sociedad y estimular al Partido Laborista y a otros pequeños partidos hacia la izquierda». La medida cosechó un gran éxito, y el Partido Conservador, que gobernaba la ciudad desde hacía 14 años, perdió los comicios, mientras la alianza política iniciada por los sindicatos consiguió una clara victoria.
La experiencia se repitió, con sus propias características, en las elecciones generales de 2005, donde una coalición de centro-izquierda arrebató el poder al gobierno de derechas.
I.B.
«La experiencia noruega demuestra que hay que polarizar el debate político y ofrecer alternativas. Entonces la izquierda se moviliza con éxito»