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Iñaki Peña: «Sentí impotencia, tras 500 kilómetros quería ver a mi hijo»

El último fin de semana más de una veintena de presos políticos vascos se han quedado sin visitas por la negativa de familiares y amigos a ser cacheados. Iñaki Peña fue uno de los que se quedó sin poder ver a su hijo, que está encarcelado en la prisión de Curtis, y, además, llegó a ser detenido durante varias horas. Según entiende, con estas medidas buscan «apretar aún más las tuercas a presos y familiares».
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Manex ALTUNA |

Los últimos dos fines de semana los funcionarios de prisiones han condicionado las visitas a los presos políticos vascos a que los familiares y amigos aceptaran ser cacheados. Muchos han decidido plantarse -este fin de semana más de una veintena, según el movimiento pro amnistía- y se han quedado sin poder ver a sus allegados. Es el caso de Iñaki Peña, que el pasado sábado fue detenido en la prisión de Curtis tras negarse a ser cacheado para poder ver a su hijo, que se encuentra preso en la cárcel gallega.

Según comentaba ayer en declaraciones a GARA, considera que los cacheos son una «vuelta de tuerca, apretar aún más a presos y familiares». Añade que el objetivo es «empeorar las condiciones en las que se encuentra los presos».

Peña explica que sintió una enorme «impotencia» cuando los funcionarios de prisiones les impidieron a él y a su mujer llevar a cabo el vis a vis que tenían pedido desde hacia un mes para estar con su hijo. Recuerda que al pasar por el primer control de identificación fueron conducidos junto con los padres del preso político Zigor Blanco a una sala en la que les aguardaban dos funcionarias con guantes para realizar el registro.

«Castigar» a los familiares

Todos se negaron a ser cacheados y fueron obligados a salir del lugar. Sin embargo, Peña protestó y exigió a los guardias que le mostraran alguna circular o normativa en la cual se dijera que es necesario ser registrado para acceder a un vis a vis.

Según detalla, no le enseñaron ningún documento y se limitaron a contestarle que ellos no hacían más que cumplir órdenes de Instituciones Penitenciarias.

«Me decían que era por motivos de seguridad, pero a los únicos que nos intentaron cachear fue a los familiares de presos políticos, ya que a los de los presos comunes les dejaron pasar sin mirarles nada», denuncia.

El padre del preso político bilbaino consiguió entrar a una sala de visitas en la que esperaban el resto de familiares de los internos, ya que, según indica, «había recorrido más de 500 kilómetros para estar con mi hijo y quería verle». Fue entonces, cuando los funcionarios llamaron a la Guardia Civil y fue detenido bajo la acusación de «desobediencia a la autoridad».

Permaneció casi cinco horas en manos de los agentes del instituto armado y tras comparecer en los juzgados de Betanzos, quedó en libertad. Señala que recibió un trato correcto durante el tiempo que estuvo detenido y que hasta los propios guardias civiles le reconocieron, cuando les reprochó la política de dispersión, que era injusto «castigar» a los familiares de los presos políticos de esa forma.

Encierro en la prisión de Huelva en protesta contra los registros

Los presos políticos vascos encarcelados en la prisión de Huelva iniciaron ayer un encierro indefinido en protesta por la «persecución» que han padecido los familiares y amigos en las últimas visitas. En concreto, el pasado sábado los familiares de tres presos se quedaron sin poder realizar los vises al negarse a ser cacheados. El movimiento pro amnistía informó de que durante el tiempo en el que se prolongue el encierro, los prisioneros vascos no acudirán a las visitas y que seguirán adelante con la iniciativa hasta que se solucionen los problemas con los registros y cacheos antes de los encuentros.

Desde el movimiento antirrepresivo también señalaron que el Gobierno español «ha apostado de forma clara por acabar con el Colectivo de Presos Políticos Vascos» y que en los últimos 30 años han sido «constantes» las medidas adoptadas en su contra con ese fin. Según denunciaron, han «construido un Guantánamo en Europa con presos políticos vascos».

En su opinión, estas últimas medidas persiguen el mismo objetivo al igual que la retirada de fotografías de presos de las calles, pero advirtieron de que a pesar del «enorme daño generado han fracasado políticamente por la solidaridad de la sociedad vasca y la actitud mostrada por el colectivo de presos». GARA

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