Pakistán, la otra guerra de Barack Obama
Ésa es ahora la Guerra de Barack Obama. Militó para enviar más tropas a Afganistán y extender la guerra, de ser preciso, dentro de Pakistán. Estas promesas se están ahora viendo cumplidas.
Tariq Ali | Escritor, director de cine e historiador
El día en que [Obama] proclamó su tristeza por la muerte de una joven mujer iraní caída en la represión de Teherán, aviones teledirigidos de EEUU mataron a 60 personas en Paquistán. La matanza incluyó mujeres y niños, a los que incluso la BBC tuvo dificultades para describir como «militantes». Sus nombres no significan nada para el mundo, sus imágenes no fueron vistas en las emisoras de televisión. Murieron por una «causa noble».
Más de dos millones de refugiados («personas desplazadas internamente», en la jerga de las ONG) han sido dirigidos fuera del área de la provincia fronteriza con Afganistán del noroeste por el Ejército, y del valle de Swat tanto por las brutalidades de los Tehrik-i-Taliban (el «Movimiento de Estudiantes», la principal organización de los talibanes en Paquistán. TTP, por sus siglas en inglés) como por las correspondientes respuestas militares. Las ONG, sabiendo que aquí es donde el dinero de Occidente se dirige, pululan alrededor de los campos de refugiados como moscas. Aquí también la corrupción hace estragos, a pesar de la presencia de muchos voluntarios entregados.
Una voluntaria me contó que la única presencia organizada y no corrupta era la del Ejército, lo cual, de ser verdad, debe ser por primera vez en toda la historia. La misma voluntaria, que trabajó en un campo cerca de Mardan, me informaba de que la aplastante mayoría de los refugiados culpa a EEUU y al Ejército de su situación, y no a las diversas variantes de «terroristas». Escuchándola, me preguntaba si la idea de Samuel Huntington de desplazar a los campesinos hacia «poblados estratégicos» en el sur de Vietnam había representado el modelo para sus operaciones: sacar a la gente de las zonas de guerra de manera que el enemigo no tenga a quien reclutar. No es un secreto aquí que EEUU está pagando al Ejército para construir nuevos acuartelamientos en estas zonas limpiadas de la frontera paquistano-afgana. Eso no funcionará, pero suena bien y es bueno para el cash flow del Ejército. Algunos en Pakistán creen seriamente que unos pocos cientos de cabezas del TTP en la canasta resolverán sus problemas y dan apoyo al Ejército mientras se distancian del uso que hace EEUU de los aviones teledirigidos, pero ambos van en el mismo paquete. Otros miran con admiración la crueldad con la que el Ejército de Sri Lanka erradicó a los Tigres tamiles, independientemente de los daños colaterales.
«Más pastunes que islamistas»
A mediados de año, Graham Fuller, un antiguo jefe de la CIA en Kabul, publicó una evaluación sobre la crisis en la región en el «Huffington Post». Ignorado por la Casa Blanca, puesto que desafiaba muchos de los supuestos en los que se basa la escalada de la guerra, Fuller habló con muchos agentes secretos de su propio país así como de Europa. No es frecuente que yo esté de acuerdo con un recientemente jubilado hombre de la CIA, pero Fuller no solamente dijo que Obama «seguía por la misma vía de fracaso en Pakistán iniciada por George Bush» y que la fuerza militar no ganaría, sino que también explicó que los talibanes son todos de etnia pastún, que los pastunes «se encuentran entre los más ferozmente nacionalistas, tribales y xenófobos pueblos del mundo, unidos sólo contra el invasor extranjero» y «al fin, probablemente los pastunes son más pastunes que islamistas». «Es una fantasía», dijo, «pensar en precintar jamás la frontera paquistano-afgana». Y no imagino que sea el único jubilado de la CIA que se refiera a los días en que Camboya fue invadida «para salvar Vietnam».
La embajadora de EEUU, Anne Patterson, puede ser de una franqueza que desarma. A principios de año llegó a asegurar que, frente a un Musharraf poco fiable, diciendo una cosa en Washington y haciendo lo contrario de vuelta a casa, (el presidente) Zardari es perfecto: «Hace todo lo que le pedimos». Lo que es preocupante aquí no es el candor de Patterson, sino su falta total de juicio. Zardari puede ser un lacayo de Washington, pero el odio intenso contra él en Pakistán no se limita a sus oponentes políticos. Es despreciado, principalmente, a causa de su venalidad. Lo que hizo es continuar con lo que había hecho como ministro de Inversión en el segundo Gobierno de su esposa. A las pocas semanas de ocupar la Casa del Presidente, sus adláteres estaban llamando a los mayores empresarios del país pidiendo una parte de sus beneficios. Muchos miembros del Gabinete y sus progenies están atareados ordeñando a hombres de negocios y compañías extranjeras. «Si ellos pueden hacerlo nosotros también», se opina ampliamente en Karachi, la ciudad más grande del país. Atracos, robos, asesinatos, muchos de los cuales forman parte del chantaje organizado por los políticos que ofrecen su protección a cambio, han hecho de Karachi el Nápoles del Este.
También es un sentimiento ampliamente compartido que los métodos y maniobras usados para colocar a Zardari en la Presidencia después del asesinato de Benazir fueron inmorales. Un documental del canal privado GEO TV, mostrado en el primer aniversario de su muerte en la mansión privada de un alto ejecutivo de televisión, planteaba muchos importantes interrogantes y se preguntaba por qué el hombre responsable de su seguridad desapareció de la escena en su coche cuando detuvieron el de Bhutto. Este hombre, Rehman Malik, un viejo amigote de Zardari y uno de los contactos principales de la familia con las agencias de inteligencia occidentales cuando estaba en el exilio, es actualmente el ministro de Interior.
Durante varios meses, delirantes y no fundamentados rumores que han barrido el país vinculan a Zardari con la muerte de su esposa. La misma historia me ha sido repetida por muchos, ninguno de ellos paranoico o dado a delirios conspiratorios. Extraños sucesos han ocurrido en el país, pero sigo sin estar convencido. Lo que es interesante no es que estos cuentos circulen, sino la cantidad de gente que cree en ellos, cosa que indica la forma en que el iudo es visto en general.
Estos rumores salieron a la luz a finales de junio, cuando el jefe del clan Bhutto, Mumtaz Ali Bhutto, presidente del Frente Nacional del Sind, acusó públicamente en una conferencia de prensa a Zardari, argumentando que «el asesino de Murtaza Bhutto había también asesinado a Benazir... ahora yo soy su objetivo. Una gran cantidad ha sido pagada a mercenarios para matarme». (Zardari es considerado, por lo general, como el que dio la orden de matar a su cuñado Murtaza. Shoaib Suddle, el jefe de policía de Karachi, que organizó la operación que llevó a la muerte a Murtaza Bhutto, ha sido ascendido y es el jefe de la oficina de inteligencia.) Mumtaz Bhutto pidió una investigación sobre el asesinato de Benazir por los intentos desdeñosos de Washington y sus sátrapas locales para culpar del crimen al líder del TTP, Baitullah Mahsud.
Mashud y sus seguidores son especialistas en cortar cabezas, azotar mujeres y secuestrar personas. Sin embargo, solamente unos pocos meses atrás, Mahsud podía ser visto en fiestas de boda y conferencias de prensa. Después tuvo la distinción de ser el primer paquistaní cuya cabeza tenía precio. EEUU anunció una recompensa de 5 millones de dólares, a los cuales el Gobierno del Paquistán añadió unos miserables 600.000 por su captura vivo o muerto. En agosto, murió durante un bombardeo de su vivienda. También se ofrece dinero por la cabeza por los mandos subalternos de Mahsud: 182.000 dólares por Faqir Mohammed en Bajaur y 122.000 por cada uno de otros tres, mucho menos de lo que la liga india de cricket ofrece a los jugadores paquistaníes.
Tolerancia contra Afganistán
Los refugiados del Valle de Swat, donde la TTP ha cometido atrocidades en serie, cuentan historias diferentes de los pastunes desplazados por los aviones teledirigidos de EEUU, por las bombas lanzadas y por las incursiones del Ejército paquistaní en el sur de Waziristán, cerca de la frontera afgana. Dicen que fueron abandonados durante años por el Gobierno y dejados a merced de los fanáticos armados. Es verdad. Y si nos preguntamos por qué el Estado paquistaní toleró grupos armados que abiertamente desafiaban su monopolio de la violencia, la respuesta es sencilla. Estos grupos eran vistos en Islamabad como auxiliares en la cercana batalla por Afganistán. La decisión de aplastar al líder de TTP fue tomada bajo presión de EEUU, que es por lo que Mashud y su ayudante en Swat, Maulana Fazlollah, consideraron el asalto a sus posiciones como una traición.
Mientras tanto, los padres de Mahsud fueron detenidos por la Policía y estuvieron en «custodia protectora», es decir: usados como rehenes. El mismo día de la noticia fue anunciado que Owais Ghani, el atribulado gobernador de la provincia fronteriza del noroeste, alertó en televisión que si los líderes de la OTAN-EEUU no desarrollan una estrategia exitosa pronto, la represión indiscriminada de los pastunes en ambos lados de la Línea Durand daría lugar a levantamientos contra las tropas extranjeras. En otras palabras, Mahsud no era el único problema.
La TTP es producto de las recientes guerras afganas, de los rusos, de los indígenas y de los estadounidenses, y su pensamiento una combinación de ponzoñoso patriarcado tribal tradicional y prescripciones wahhabíes. Han sido severamente criticados por los grupos afganos que combaten contra la OTAN por no participar en esta lucha. Capturar y asesinar a sus líderes puede hacer sentirse mejor a la gente, pero poca cosa solucionará. La mayor parte de los seguidores de la TTP desaparecerán y se agruparán para luchar más adelante. Los intentos de matarlos provocarán aún más víctimas civiles. Muchos de los partidarios de Mahsud han abandonando Swat y se han asociado con otros grupos pastún en Waziristán para luchar contra el Ejército paquistaní.
Hay informes de que una nueva organización que unifica los grupos mujahedin anteriormente enfrentados ha sido creada. Gul Bahadur, considerado un jefe pastún progubernamental porque firmó una tregua en febrero de 2008, ha renunciado al acuerdo y se ha unido a la oposición. Este nuevo grupo se atribuyó la responsabilidad de la emboscada a un convoy militar el 28 de junio que provocó la muerte de 15 soldados, en respuesta a los ataques aéreos sobre algunos poblados la semana anterior en los que murieron civiles cuyos nombres no han sido hechos públicos.
Cuanto más dure la guerra, mayor será la posibilidad de serias grietas dentro del Ejército. No entre el alto mando sino entre comandantes y capitanes, así como entre los soldados que éstos últimos comandan, que están lejos de ser felices con las tareas que les han sido asignadas. Hay teólogos que han sido contratados para proclamar que un soldado asesinado en lucha con la TTP es un mártir e irá al cielo, pero los mártires potenciales saben que la mayoría de mulahs cree que irán al infierno. Algunos piensan, sin duda, que ya han llegado al infierno.
© Sin Permiso, Artículo publicado en la web de esta publicación.
Cuanto más dure la guerra, aumentan las posibilidades de que surjan serias grietas en el seno del Ejército paquistaní, no entre el alto mando, sino entre los mandos intermedios y entre la tropa.