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La muerte del meta alemán Robert Enke pone al descubierto lo que se esconde tras los flashes de la fama

Tras los oropeles, la fama, los flashes y la cifras millonarias, el deporte esconde historias de infelicidad relacionadas con la presión por alcanzar la élite y mantenerse en ella, el miedo al fracaso, la soledad... Y a veces llega la tragedia, como en el caso de Robert Enke.

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Imanol INTZIARTE

Robert Enke tenía 32 años. Era el guardameta titular del Hannover 96, equipo que milita en la Bundesliga, la primera división del fútbol alemán. Además, era uno de los candidatos para defender la portería de la selección germana en el Mundial que se disputará en Sudáfrica el año que viene. Pero todo terminó anteayer, cuando se quitó la vida arrojándose a las vías del tren.

Nacido en 1977 en la ciudad de Jena (en la antigua RDA), debutó como profesional en el Carl Zeiss de su ciudad natal en 1995 y tras una temporada pasó al Borussia Mönchengladbach de la Bundesliga. De ahí empezó una rápida ronda por equipos europeos. De 1992 a 2002 jugó en el Benfica de Lisboa, luego estuvo en el Barcelona la temporada siguiente, recaló a continuación en el Fenerbahce de Estambul, le siguió el Tenerife y, en 2004, regresó a su país para sumarse a las filas del Hannover. Debutó como internacional con la Mannschaft (el combinado alemán) en marzo de 2007 contra Dinamarca, y desde entonces había disputado siete partidos más.

En 2006 sufrió un durísimo golpe cuando su hija Lara, con dos años de edad, fallecía a causa de una dolencia cardiaca congénita. Sin embargo, su médico, Valentin Makser, y su viuda, Teresa Enke, explicaron ayer que su batalla contra la depresión había comenzado unos años antes. Había estado por primera vez en tratamiento en 2003, después de su paso por el Barcelona y el Fenerbahce, cuando se había generado en él un miedo patológico al fracaso. Una historia que ya había descrito mucho antes el escritor austriaco Peter Handke en su libro «Angustia de un portero en el momento del penalti», adaptada a la pantalla por Wim Wenders en el año 1971.

Abucheos de la afición

Sobre todo fue determinante para él su experiencia en Turquía. Abandonó el equipo tras el primer partido en el que los aficionados le lanzaron diversos objetos y lo abuchearon. El doctor Makser indicó, sin embargo, que después de ese primer tratamiento había habido una recuperación, apoyada en parte por el éxito que tenía en el Hannover.

Después llegaría la muerte de su pequeña hija. Su mujer, Teresa, subrayó que el fallecimiento había unido mucho a la pareja. «Nos teníamos a nosotros, él tenía el fútbol y teníamos a Leila -una niña que adoptaron en mayo y que actualmente tiene ocho meses-. Traté de estar a su lado, al final iba con él a los entrenamientos. Creía que con amor podíamos superarlo todo».

Pero no fue así. «Hace seis meses, Robert volvió a mi consultorio. Estaba sufriendo otra vez fases depresivas que incluso llegaron a apartarlo de algunos entrenamientos», añadió su médico. En las últimas semanas parecía haber habido un proceso de recuperación, había vuelto a entrenar y a jugar. El portero rechazó la posibilidad de internarse para someterse a un tratamiento más intenso y siempre se preocupó de que su caso no se conociese públicamente por miedo a perjudicar su futuro deportivo y también por temor a que la Oficina de Familia le quitara la custodia de su hija adoptiva.

En una carta de despedida, el jugador pidió disculpas a su familia y a quienes habían tratado su enfermedad por haberles ocultado en los últimos días su verdadero estado para poder adelantar sus planes. «Incluso el día del suicidio me llamó y me aseguró que estaba mejor», dijo Makser. «Tenía pánico de perder el fútbol y de perder a Leila», apostilló su mujer.

La noticia ha conmocionado a Alemania. El amistoso que iba a disputar pasado mañana la selección nacional frente a Chile ha sido suspendido, mientras se multiplican las muestras de condolencia, desde la canciller Angela Merkel hasta centenares de aficionados que depositaron flores ante las oficinas del Hannover, pasando por sus compañeros de profesión.

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