Juan Mari Arazuri Colectivo Malatextos
Fútbol y Huelga
¿Qué ocurriría si los niños del Tercer Mundo que confeccionan los balones con los que juegan las estrellas de la liga anunciaran una huelga? Automáticamente las multinacionales que los explotan enviarían a sus sicarios paramilitares para hacer rodar cabezas
El hecho de que el presidente de la LFP lanzara aquel órdago casi me taja la mueca. Lo estaba escuchando por la radio mientras segaba la barba. Huelga decir que la huelga promulgada contra la propuesta de equiparación que iguala el régimen impositivo de los futbolistas extranjeros con los nacionales no era huelga, sino postura de fuerza a fin de salvaguardar o lograr mayor impunidad si cabe en sus actividades ilícitas, las del dinero negro que mueve y no declara, las de los pelotazos urbanísticos, actividades donde la codicia se vuelve chapuza, que en muchas ocasiones acaba en rescates con dinero público para los clubes en quiebra. Con este envite farolero, los clubes asumen el papel de víctimas, lo suficiente para que no les pellizquen por otros costados, ahora que la fiscalía anticorrupción parece que actúa y pudiera llegar el día en que se presentaran al grito de: «¡Levante-Las Palmas!».
Me pregunto: «¿Qué ocurriría si los niños del Tercer Mundo que confeccionan los balones con los que juegan las estrellas de la liga anunciaran una huelga?». Automáticamente las multinacionales que los explotan enviarían a sus sicarios paramilitares para hacer rodar cabezas si no hay balones.
Nuestras estrellas promocionan, y lo saben, artículos que han sido manufacturados bajo la explotación más mísera. Cuando acaba la campaña liguera, los más buenicos hasta se arriman por esas regiones para llevar a cabo otras campañas más «solidarias» que promocionar Nike o Adidas; estos futbolistas sin fronteras se fotografían con los niños que fabrican sus balones para sus campañas de apadrinamiento al estilo de ese evasor de impuestos que canta en U2, ¿a que sí, Iker?, pues eso me saca de mis casillas. También me saca de mis casillas, Iker, las declaraciones sobre la Ley Beckham de los futbolistas nacionales más buenicos: «no es justo que un extranjero gane más», cuando lo justo habría sido reconocer que todos ellos en su conjunto ganan mucho, demasiado, mientras la gente precaria, y hasta la que se queda sin curro, les sigue dando de comer, como a las palomas no, como a los avestruces, pues éstos son de jalar brillantes y esconder la cabeza.
Entre los siete pecados del capital, el fútbol ocupa un lugar significativo. Los futbolistas, son como esos niños repelentes y malcriados, con sus criados y sus criadas, para nuestros críos sus modelos, modelos son sus parejas, también sus queridas, queridos futbolistas, sus voy a decir una cosa: no sois ejemplo de nada.
El caso es que viven así porque nosotros lo pagamos. Pagamos abonos, merchandising, compramos lo que se anuncia durante los partidos televisados, rellenamos quinielas... la culpa es nuestra. Autocompasión son esos comentarios que tanto se estilan por las barras de nuestros bares: «Joder con el Ronaldinho, siempre de parranda y luego no rinde nada con lo que gana, que yo me levanto todos los días a las cinco para ir al tajo». Te levantas a las cinco para darles de comer. No renueves tu abono, no compres su merchandising, boicot a lo que se anuncia en los partidos televisados, no selles quinielas, no quieras que tus hijos acaben fabricando también balones... pues ése es el camino que llevamos.