Gira asiática del presidente estadounidense
Obama refuerza su alianza con Japón bajo la sombra de Okinawa
La sombra de la presencia militar de EEUU en Okinawa planeó sobre el compromiso de Barack Obama y Yukio Hatoyama de renovar y reforzar su alianza estratégica, que no contempla el demandado cierre de la base militar en la isla.
GARA | TOKIO
El presidente de EEUU, Barack Obama, comenzó ayer su primera gira por Asia con una etapa en Japón, un país inmerso en pleno proceso de cambio que busca reducir la presencia militar estadounidense y mira más hacia el continente asiático.
Tras el encuentro entre Obama y el primer ministro japonés, Yukio Hatoyama, ambos expresaron su compromiso con una relación militar y estratégica «renovada» entre ambos países y adaptada «al cambio de los tiempos».
Durante la reunión, abordaron cuestiones como la guerra en Afganistán, los programas nucleares de Irán y Corea del Norte, la importancia de la alianza Japón-EEUU frente a la emergencia de China, el cambio climático y, por supuesto, el futuro de la base estadounidense de Futenma en la isla japonesa de Okinawa, motivo de serias tensiones en las relaciones entre los dos países.
Aunque ambos gobiernos son firmes aliados desde la posguerra, Hatoyama ha reiterado desde su llegada al poder en setiembre que quiere una relación menos «dependiente» de EEUU y se ha declarado partidario de fortalecer los lazos con Asia, incluyendo la posibilidad de constituir una comunidad asiática similar al modelo de la UE.
Durante su comparecencia conjunta, Obama y Hatoyama se esforzaron en señalar que sus países mantienen una relación de «iguales», y el primero aseguró que esa relación representa «el pilar de la seguridad» en el continente. Anunció un «fortalecimiento de las alianzas» y la creación de «nuevas asociaciones» para reforzar el compromiso de EEUU en Asia.
El primer ministro japonés reiteró, por su parte, que la alianza sigue siendo la base de la política exterior de su país. Pero agregó que «dado que los tiempos cambian, me gustaría profundizar la relación y crear una nueva alianza EEUU-Japón constructiva y orientada al futuro».
En este sentido, ambos acordaron un plan para revisar su alianza durante el próximo año, con vistas a profundizarla mientras se celebra el 50 aniversario de su tratado de seguridad.
«Lo antes posible»
La base militar de Futenma, en Okinawa, que describieron como un ejemplo de la «renovación» de la alianza, ocupó buena parte del encuentro. El futuro de estas instalaciones quedó en manos de una comisión ministerial de trabajo que decidirá «lo antes posible» su destino.
EEUU quiere seguir adelante con el acuerdo suscrito en 2006 para trasladar la base -situada actualmente en medio de una ciudad de 92.000 habitantes- a una área menos poblada de la isla, mientras que Hatoyama ha expresado su inclinación a que esa base abandone el territorio nipón, lo que ha puesto la alianza de cinco décadas ante un sobresalto casi inédito.
El primer ministro indicó que la decisión definitiva sobre Futenma será «difícil», aunque a medida que pasa el tiempo será aún más complicada de tomar.
Deseosos de reducir la presencia militar estadounidense en Okinawa, que alberga el 78% de las instalaciones (130, incluidas 89 bases) y la mitad de los 47.000 soldados desplegados en Japón, los nuevos gobernantes prometieron una línea más independiente de Washington y acabar con las molestias que causan esas instalaciones y militares a la población de Okinawa.
El pueblo de Okinawa, apenas representa el 1% de la población nipona, pero su empeño en que las bases estadounidenses abandonen su archipiélago pone a prueba la tradicional alianza entre EEUU y Japón.
A raíz de la capitulación nipona en la II Guerra Mundial, Japón, al que se prohibió tener un Ejército, fue ocupado y la isla de Okinawa se convirtió en la principal base militar estadounidense frente al emergente poder chino.
Para acabar con esta situación, Tokio plantea un cambio en los acuerdos de reubicación de las bases, firmados en 1996 y 2006 y a los que se opone el 70% de los habitantes de Okinawa, que contemplan el traslado de Futenma unos kilómetros más al norte de su situación actual.
La presencia de EEUU en Okinawa ha sido fuente de ingresos y empleo muy importantes, pero las polémicas sobre abusos, agresiones y delitos generados por los marines han acabado con la paciencia de la población. Según el Gobierno local, la presencia de las bases aporta 2.00o millones de dólares anuales, por lo que los políticos, para evitar esta dependencia, piden a Tokio más ayudas para crear empleo y favorecer nuevos negocios.
Población, prensa y políticos de Okinawa han mantenido una postura muy crítica hacia EEUU y Tokio desde que ambos acordaran en 1972 la devolución a la Administración nipona de la isla -veinte años más tarde que otras zonas del país-, en poder de EEUU desde el fin de la II Guerra Mundial. Algunos políticos locales han acusado a Tokio y Washington de tratar a la isla como un enclave colonial en el que los jóvenes soldados estadounidenses disfrutan de impunidad.
No obstante, los okinawenses se mostraban escépticos sobre el resultado de las conversaciones entre Obama y Hatoyama, y se cumplieron sus expectativas.
EEUU y Japón instaron a Corea del Norte a retomar las negociaciones a seis bandas sobre su programa nuclear. En una declaración conjunta, indicaron que este plan representa «una grave amenaza contra la paz y la estabilidad» en el mundo.
Siete ancianos supervivientes de las bombas atómicas lanzadas por EEUU sobre Hiroshima y Nagasaki pidieron ayer en Tokio a Barack Obama la abolición de las armas nucleares para «prevenir que una tragedia así vuelva a repetirse».
Los «hibakusha», como se conoce a los supervivientes del ataque nuclear del final de la II Guerra Mundial, se concentraron junto a la Embajada de EEUU ante la llegada de su presidente a Japón. Tras leer varios testimonios, el grupo entregó a un funcionario varias cartas para Obama.
«Lamentablemente, dentro de veinte años no quedará nadie que haya padecido los horrores del ataque nuclear para transmitir la historia a la siguiente generación», indicó Kazumi Tsuchida, «hibakusha» de Hiroshima, en su mensaje al presidente.
Las víctimas del bombardeo nuclear de agosto de 1945 expresaron su «total apoyo» a la política de Obama a favor de un mundo sin armamento atómico. Tadao Wakasugi, de 78 y víctima del bombardeo de Nagasaki cuando tenía 13, explicó que para «muchos estadounidenses, la bomba atómica estuvo justificada» como medio para poner fin a aquella guerra. «Pero Obama dijo que el lanzamiento de la bomba fue lamentable. Espero que lo transmita a todo el mundo y a su propio pueblo con firmeza», añadió Wakasugi, que confió en que el presidente de EEUU visite en un futuro Hiroshima y Nagasaki, para comprobar de cerca las consecuencias del bombardeo.
Obama dijo ayer que su visita a ambas ciudades sería apropiado aunque no prevea hacerlo de inmediato. EEUU nunca ha pedido disculpas y ningún presidente las ha visitado durante su mandato. GARA