Gloria LATASA I gloriameteo@hotmail.com
Nubes de evolución
Observar las nubes, y más aún fotografiarlas, se está poniendo de moda. A estas alturas es difícil ver una sección del tiempo de televisión que no comience y/o termine por una pequeña muestra de las diferentes formaciones nubosas que se han captado ese día en uno u otro lugar.
Pero ¿qué es una nube en realidad? Nada más y nada menos que, según el «Manual del Observador de Meteorología» del Instituto Nacional de Meteorología, «Una porción de aire enturbiada por el vapor de agua condensado en forma de gotitas líquidas, pequeñas, numerosas, en cristalitos de hielo o en esferitas congeladas o por mezcla de ambos elementos».
Una de esas porciones de aire enturbiado que suele aparecer mucho en los telediarios son las famosas nubes de evolución. Famosas porque casi todo el mundo ha oído hablar de ellas, aunque muy pocos saben lo que son. Incluso hay quien piensa que son una especie de «comodín» que se incluye en las previsiones cuando no se sabe muy qué es lo que puede pasar. Nada más lejos de la realidad.
Estas nubes nacen y evolucionan con el día -de ahí su nombre -; y, más concretamente, con la actividad solar. Su generador, el calor del sol que llega al suelo y cuyo «sobrante» es transmitido al aire que hay encima, vuelve a ese aire menos denso y pesado, obligándolo a elevarse. Al hacerlo, se enfría y la humedad que contiene se condensa formando las nubes. Estas serán más grandes cuanto mayores sean el calor y la humedad del aire. Y continuarán creciendo y elevándose hasta alcanzar el techo de la troposfera -tal vez ocasionando una tormenta-, mientras el aire que asciende esté más caliente que el resto del aire que le rodea.