El impulso feminista de una pionera de la aviación
«Amelia»
Amelia Earhart dijo: «La vida es algo más que ser un pasajero». La oscarizada Hilary Swank trata de revivir el espíritu aventurero de la gran aviadora en «Amelia», que desapareció en el Pacífico en uno de sus vuelos en solitario, cuando trataba de dar la vuelta al mundo en etapas. El parecido físico conseguido tal vez le valga su tercera estatuilla.
Mikel INSAUSTI |
La Mira Nair que hace cine en Hollywood no me interesa nada; sí, en cambio, la que en la India ha sabido representar su compleja situación social. En su país de origen está la verdadera inspiración que nace de la necesidad de denuncia, mientras que en el mundo occidental parece encontrar una salida profesional sin más.
La crítica norteamericana no ha tenido piedad con «Amelia, y los comentarios más duros han salido de otras mujeres, que la tachan de superficial y de intentar vender un feminismo tópico que obedece a una operación de puro marketing. La única influencia que va a tener la película en el público femenino va a ser la relacionada con la moda, en la medida en la que el vestuario que luce Hilary Swank de los años 20 y 30 pueda provocar una nueva tendencia hacia la estética retro, con las cazadoras en cuero o los monos de aviador. Está claro que ha habido un error de cálculo en el lanzamiento promocional de la película, siempre en función de los Óscar.
La reivindicación de figuras pioneras para la incorporación a la vida moderna de la mujer no casa con las fórmulas estereotipadas del biopic made in Hollywood, pues cuanto mayor es la producción más ahoga la posibilidad de profundizar en el verdadero carácter del personaje y sus retos frente a los hombres.
La voz en off de Hilary Swank, que la acompaña en sus vuelos en solitario recita frases sacadas de los libros autobiográficos de Amelia Earhart, que definen muy bien su verdadero pensamiento, como el texto de la carta que envía a su marido y en la que le dice: «Por favor debes saber que soy consciente de los peligros, quiero hacerlo porque lo deseo. Las mujeres deben intentar hacer cosas como las que han hecho los hombres. Cuando ellos fallan sus intentos deben ser un reto para nosotras».
Una declaración de intenciones que se ve traicionada por los insustanciales diálogos y así la Amelia Earhart que interpreta Hilary Swank da a entender que lleva pantalones largos porque no les gustan sus piernas, cuando lo lógico sería creer que lo hacía por no sentirse discriminada en un mundo de hombres. En otra conversación de la aviadora con la primera dama Eleanor Roosvelt, a la que la protagonista contagia su afición por pilotar aviones, ésta, en agradecimiento, le transmite su deseo de ponerle a su avión el nombre de Amelia, a lo que la homenajeada responde diciendo que le quedará mejor un nombre de chico, y que le ponga el de su hermano.
Malas críticas
Tales contradicciones no han gustado a la crítica, que ha reaccionado muy duramente contra «Amelia». El problema es que la película estaba diseñada para obtener muchas nominaciones en los Óscar de este año, empezando por el de Mejor Película, gracias a que el número de finalistas ha pasado de cinco a diez. Con tan malas críticas lo tiene prácticamente imposible, pero los analistas de Hollywood consideran que, no obstante, las posibilidades de Hilary Swank siguen intactas, teniendo en cuenta que hay sobrados precedentes de intérpretes que han sido recompensados por películas que no lo fueron. De nada va a servir que el guionista Ronald Bass fuera contratado por ser el ganador de una estatuilla con «Rain Man», mientras que los precedentes de la Swank parecen pesar más, sobre todo porque su anterior Óscar de Mejor Actriz por «Boys Don´t Cry» lo recibió encarnando a un personaje real. No faltan quienes afirman que el obtenido luego por «Million Dollar Baby» fue ya excesivo y que es demasiado joven para tener ya dos estatuillas doradas en sus vitrinas. Según esa teoría, una tercera a cuenta de «Amelia» supondría un tremendo agravio comparativo para otras actrices consagradas que en años de carrera no han conseguido todavía ninguna. Una cosa no quita la otra, y nadie le puede negar a Hilary Swank sus merecimientos en esas dos actuaciones puntuales.
Conociendo los gustos de los académicos de Hollywood, tan dados a premiar interpretaciones de figuras históricas, no cabe duda de que se van a enamorar del papel de Hilary Swank en «Amelia». Ha conseguido transformarse en Amelia Earhart de un modo asombroso, mediante un parecido físico incuestionable y que no parece haber necesitado de grandes retoques de maquillaje. Solamente le han puesto pegas al trabajo de peluquería, ya que su peinado a lo garçon recuerda más al de Hayley Mills en «Tu a Londres y yo a California». Y aunque el vestuario está muy bien documentado, la actitud a la hora de lucirlo busca su estilo en las maneras propias de Katharine Hepburn, y no en las de la Earhart. Son peros que quedan minimizados si se compara el trabajo de Hilary Swank con el de las otras actrices que han emulado a la aviadora en el cine y la televisión. Amy Adams, en su breve aparición de «Noche en el museo 2», así como Diana Keaton en la telemovie «Amelia Earhart: El vuelo final», no lograron caracterizaciones tan ajustadas a los retratos y filmaciones de la época que se conservan de ella.
Contradicciones
Otra contradicción en la que inciden los comentarios negativos de la película es la del guión, responsabilidad del ya mencionado Ronald Bass y de Anna Hamilton Phelan, que no tiene un Óscar pero ha estado nominada. En lugar de basarse principalmente en las crónicas de vuelo escritas por Amelia Earhart en la editorial de su marido, al que en la pantalla da vida Richard Gere, han preferido adaptar las biografías publicadas, respectivamente, por Susan Butler y Mary Lovell. Resulta que en esos libros se indaga más en los aspectos privados y menos conocidos de la pionera de la aviación, incidiendo en temas íntimos que poco o nada tienen que ver con la aventura de volar. Lo relacionado con el romance que mantuvo, estando casada, con el también aviador Gene Vidal, padre del escritor Gore Vidal, se presta a un tratamiento melodramático de folletín.
Puede que la pareja de guionistas y Mira Nair pensaran que el introducir el elemento del adulterio remarcara los rasgos feministas de la heroína, pero lo único que hace es vulgarizar la historia y asemejarla a la de cualquier otra mujer del montón. Quien sale mejor parado del trance es el marido, un George Putnam que queda como un hombre muy liberal para su época, además de que era consciente de que entonces las mujeres, por mucha iniciativa que tuvieran, no podían sacar adelante solas sus proyectos. La figura del marido era aún obligada en sociedad y, gracias a que se comportó como un colaborador necesario, los récords y desafíos de Lady Lindy salieron adelante. La bautizó así porque siempre la vio como la respuesta femenina a Charles Lindbergh y, en consecuencia, merecedora de una gloria pareja a él. Otra cuestión será dilucidar si «Amelia» es una película que hace honor a la valía de una mujer que ha de servir de ejemplo a las nuevas generaciones.
Mira Nair se inició en la India como documentalista, experiencia que le sirvió para darse a conocer internacionalmente con su impactante ópera prima «Salaam Bombay!», nominada al Óscar a la Mejor Película de Habla Inglesa. El siguiente gran éxito de su carrera fue con «La boda del monzón», película con la que ganó el León de Oro en la Mostra de Venecia. Pero la mayor polémica soportada en su país de origen fue a cuenta de «Kamasutra, una historia de amor». En Hollywood se ha mostrado bastante más irregular, reflejando el choque cultural entre Oriente y Occidente en la reciente «El buen nombre».M. I.