El poder del estado que cuenta con innumerables herramientas de control y represión se siente atacado por una ínfima minoría que se reune al norte de los Pirineos y al sur del Aturri. Tan ínfima minoría que utilizan 650 uniformados para detener a lo que llaman cúpula de Segi, instrumento de transformación social y nacional para miles de jóvenes en Euskal Herria... Si la juventud fuese lo que dicen, desviados a los que hay que concienciar con vasos gigantes en plazas donde reina la fiesta, no emplearían semejante brutalidad policial, ni los tendrían a esta misma hora bajo tortura despreciando toda directriz internacional

Para lo bueno y lo malo, este país es pequeño y nos conocemos todos. Las acusaciones vertidas sobre estos jóvenes sólo se entienden desde la perspectiva de gentes como Rubalcaba, Ares y López... Y sólo se pueden situar en este país donde han convertido el independentismo en sinónimo de terrorismo.

La izquierda abertzale ha dicho que camina ya hacia un cambio de ciclo donde el país que nos relataba amona será realidad, y que para ello caminará a su propio ritmo, sumando fuerzas y ganando batallas... La juventud de este país esta destinada inexorablemente a ser el motor del cambio político en este país.

Pretenden desmoralizar y desarmar al motor del cambio, pretenden dejar al movimiento de liberación vasco sin su joya de la corona. Pretenden desmoralizar a los que tienen el gran reto de volver a colocar flores donde antes había cemento, el reto de construir un país que se llamará Euskal Herria.

Éste ha sido un mordisco represivo de los que quieren imponer la supuesta normalidad de parlamentos y ayuntamientos amañados, torturas policiales, jueces inquisidores, comparsas festivas criminalizadas, periodicos clausurados, juicios por ondear la ikurriña, manipulaciones mediáticas, chanchullos presupuestarios... la normalidad de los partidos de la española en San Mamés...

Afortunadamente ya nadie mira a Madrid pidiendo clemencia. Dependerá de las fuerzas que se articulen entre la juventud convertir este mordisco en dañiño o en una desgradable anécdota. Depende de esos miles de jóvenes que gritan libertad.