Un país que ve normal la detención de decenas de jóvenes es un país que teme el futuro. Un país donde los periodistas justifican lo que desconocen es un país demente. Un país donde no se ofrece más que desprecio a cualquier iniciativa de paz, es un país temeroso de su propia historia y ese país es España.

Me pregunto cómo en una televisión pública como la de la «comunidad» donde resido los tertulianos agarbanzados pueden disfrutar del grado de cinismo como el demostrado ante el suceso que trato. ¿Cómo se les ocurre acusar a alguien a quien ni conocen? ¿Cómo citan como lógicos la supuesta culpabilidad y que tengan que demostrar la inocencia posterior? ¿No es al revés? ¿Cómo justifican una detención si no saben quiénes son ni qué han hecho? ¿Todo por agradecer un sueldo? ¿Para agradar al amo? ¡Miserables!

Y mientras todo esto sucede en la Europa que acalla a las minorías nacionales, incluso las juventudes de los partidos nacionalistas españoles se atreven a aplaudir semejante despropósito. Pero también hay una esperanza de alegría que la propia historia nos recuerda, el mismo país en otras épocas con sus actuaciones logró que hoy podamos recordar que el imperio donde no se ponía el sol ha menguado. Países como los de América, algunos de África y Filipinas tuvieron que sufrir, pero lograron despedirse del imperio. Lo nuestro está cada vez más cerca, espero que sea por vías pacíficas y aceptando la voluntad de nuestro pueblo mayoritariamente, es lo democrático.

Me entristece pensar que hay jóvenes en prisión, por la causa que sea, pero nuestro pueblo ha de lograr cuanto antes su espacio de paz y libertad.