Joseba Macías | Sociólogo y periodista
Razzias nocturnas, cámaras diurnas
La redada policial contra jóvenes vascos desarrollada esta semana en Euskal Herria provoca en el autor una reflexión amplia sobre el Estado y su obsesivo modelo de control que, más aún que al enfrentamiento, teme a los sectores sociales que buscan sin descanso vías para poder realizar el simple ejercicio de la voluntad popular. De ahí su apuesta por la represión, aun cuando ésta se basa en una demencial arquitectura del lenguaje que acusa a los jóvenes detenidos de «querer integrarse en una organización a la que ya pertenecían».
Punto y seguido. Todo vale. Se estrechan los márgenes, lo decía Guattari. Sociedad-cristal in crescendo. Cámaras en las calles, en los comercios, en el transporte público, en los edificios institucionales, en los bancos, en los estadios, en las plazas... Operaciones policiales nocturnas y mass-media. No hay territorios para la duda. Mundo vigilado y medido. Criminalización de la disidencia. Móviles, Internet... Sin espacios. «Yahoo! captura una media mensual de 2.500 datos sobre sus 250 millones de usuarios. Dejamos pistas sobre nuestro desarrollo cognitivo y su declive» («El País Semanal», 22-11-09). Orwell visualiza nuevas faunas en la granja. La telecámara sigue haciendo zoom hacia atrás para ampliar la panorámica. Es cuando percibes que tú también entras en el plano.
La asunción disciplinar necesita de cuadros técnicos, intelectuales y políticos. Y una sociedad con ojos vendados o que desvíe la mirada. El miedo y sus polisemias. Del 11-S a la gripe A. Del «extracomunitario» como rechazo interiorizado a la extensión del «enemigo público». ¿Nos hemos detenido a estudiar, por ejemplo, la multitud de estrategias utilizadas por los Estados para tratar de «normalizar» la situación vasca a lo largo de estas últimas décadas? Propuesta para investigadores no domesticados. Análisis concreto de los estados concretos. Hablaríamos entonces, sí, del miserable milagro del retorno escénico del «ciudadano modelo». Sujeto histórico conocido por su pasividad, hipotecas y consumo compulsivo del ocio planificado. Rey de reyes en medio del diluvio y la televisión purificadora. Pero, paradojas de la técnica, objeto también de las cámaras-policía que siguen indiscriminadamente todos los pasos que aparecen en el encuadre.
Y los medios como retaguardia fiel. ¿Cuántos periódicos o radios vascos habrían firmado un documento sobre la «dignidad de Euskal Herria», similar al aparecido esta semana en Catalunya? ¿Cuántos contertulios plantean reflexiones fuera del «discurso de orden» o de su instinto de conservación como especie, siempre consecuentemente remunerado? Estado español «social y de derecho». Compleja y estructurada organización ideológica con prohibición de toda crítica real a los postulados esenciales del sistema, léase modelo económico, monarquía y unidad territorial. El pánico eterno del portero al penalti. Viaje a los infiernos de la partitocracia, la corrupción, el engaño colectivo y el consenso legitimador.
El enemigo público en potencia (nueva figura de estos tiempos) se esconde ahora colectivamente en institutos, asociaciones de vecinos, tabernas y gaztetxes. No dispara. Pero lo pretende en un futuro no muy lejano. Ese es su delito repetido una y otra vez por un ministro del Interior que se limita a corroborar, dicen, las profecías de su Justicia y la independencia de sus poderes. El problema radica en la supuesta intención (nunca contrastada) de un amplio colectivo de jóvenes vascos de integrarse en una organización armada. Organización, sin embargo, a la que ya pertenecen por militar, en la mayoría de los casos, en otra u otras que a su vez ya están ilegalizadas por formar parte de la misma. Arquitectura del lenguaje.
Como una obra de Ionesco:
-El lógico (al anciano caballero): ¡He aquí, pues, un silogismo ejemplar! El gato tiene cuatro patas. Isidoro y Fricot tienen cada uno cuatro patas. Ergo Isidoro y Fricot son gatos.
-El caballero (al lógico): Mi perro también tiene cuatro patas.
-El lógico (al caballero): Entonces, es un gato. [...]
-El caballero (al lógico después de haber reflexionado largamente): Así, pues, lógicamente, mi perro sería un gato.
-El lógico (al caballero): Lógicamente sí. Pero lo contrario también es verdad. [...]
-El caballero (al lógico): Es hermosa la lógica.
-El lógico (al caballero): A condición de no abusar de ella. [...]
-El lógico (al anciano caballero): Otro silogismo: todos los gatos son mortales. Sócrates es mortal. Ergo, Sócrates es un gato.
-El caballero: Y tiene cuatro patas. Es verdad. Yo tengo un gato que se llama Sócrates.
-El lógico: Ya lo ve usted... [...]
-El caballero (al lógico): ¿Sócrates, entonces, era un gato?
-El lógico (al caballero): La lógica acaba de revelárnoslo. [...]
En nuestro país la lógica del sentido común sigue brillando por su ausencia. Por eso conviene parar brevemente el reloj. Imaginar (tiempo muerto) otras hipótesis posibles que nos permitan, por ejemplo, pacificar a los pacificadores como nos pedía Benedetti. Supongamos entonces, cuestión de lógica aplicada, que los jóvenes detenidos por «querer integrarse en una organización a la que ya pertenecían» (sic) se caracterizan realmente por otras cuestiones como, digamos, estar vivos. Por mostrar inquietudes y hacerse preguntas en voz alta. Por organizarse y sentir la complicidad del compromiso colectivo. Por mirarse a los ojos frecuentemente y, a modo de complemento esencial, desarrollar una intensa actividad en muy distintos ámbitos de actuación tendentes a posibilitar la construcción nacional y social de su pueblo.
Quiero decir, hipótesis de trabajo, jóvenes que buscan los mecanismos verdaderamente democráticos que posibiliten el simple ejercicio de la voluntad popular, por encima de injerencias y manipulaciones. Quizá esa sea la auténtica razón de razzias nocturnas y cámaras en directo. Porque todo parece indicar que en tiempos como éstos el nivel de las contradicciones de ministros, jueces y líneas editoriales crece exponencialmente en función de la articulación de una sociedad civil dispuesta a protagonizar en primera persona su propia historia.
Una sociedad civil consciente de los riesgos de la ingenuidad política pero también de la importancia de la democracia verdadera (interna y externa) como palabra de orden o del respeto a las minorías en los necesarios debates colectivos. Y una sociedad civil plural, diversa y heterogénea, en fin, que plantee desde la base mecanismos de control de la esfera de lo político, que pueda debatir y opinar sobre todas las cuestiones de forma directa y sin mediaciones, llámense Tren de Alta Velocidad, San Mamés, parques públicos, presencia policial, cámaras en las calles, articulación territorial o independencia.
Ahora, cuando el reloj recobra su tic-tac tiempo, retorna el último discurso al uso perverso y contemporizador: «Todas las ideas son defendibles en este Estado de derecho plural y democrático». Lenguaje-manipulación. Lenguaje-represión. Lenguaje y Lewis Carrol:
«(...) Cuando yo uso una palabra -insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso- quiere decir lo que yo quiero que diga... ni más ni menos.
-La cuestión -insistió Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
-La cuestión -zanjó Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda... eso es todo».
Y sí. Eso es todo.