ARRATE 25

BARCELONA 37

Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. Por ejemplo, que el Arrate se imponga a un Barcelona al que nunca ha conseguido rascar un solo punto.

Anoche ni siquiera se acercó, lo que tampoco supuso una sorpresa. Los albiazules llegaban a la cita en un momento delicado en lo deportivo -dos derrotas consecutivas a sus espaldas y un rendimiento muy irregular en Ipurua, donde sólo han sumado un triunfo- y más aún en lo anímico, con los problemas económicos que sigue arrastrando el club. Y, además, con una ONU confeccionada a base de talonario enfrente que no puede permitirse más tropiezos si quiere tener una mínima opción de pelear por el título de Liga.

El resultado fue el previsible. El Barcelona, que ya se había dejado en casa a jugadores como Demetrio Lozano o Víctor Tomás, se permitió dosificar a otras de sus estrellas como Rutenka, Romero o Rocas, y aún así dominar, sin resquicio para la rebelión, a su rival. Con el pitido inicial, Juanín García encendió el modo repertorio, y con un gol desde el pivote, otro a la contra y otro desde el extremo en poco más de tres minutos, dibujó el camino por el que transcurriría el resto del encuentro.

Reaccionó el Arrate, echó arrestos en defensa y eso le permitió frenar la sangría en el primer tiempo. Pero, conforme se acercó el descanso, los catalanes volvieron a acelerar y ni siquiera frenaron en la reanudación, pese a que el choque estaba totalmente decidido.

Los albiazules consiguieron levantar a su público con un par de arranques de casta, pero no había quien intimidase a un Barcelona que tocó techo en el minuto 24 con doce goles de ventaja y pudo mantenerlos -con el Arrate ya en inferioridad por la expulsión de Tokic- hasta el final.