En las ciencias aplicadas la reiteración de un fenómeno se convierte en una ley, pero en las sociales, esa misma constancia en la fenomenología es simplemente una costumbre que al intervenir la televisión se convierte en un hábito, que a su vez, utilizado de manera sesgada y perfectamente manipulado se convierte en un negocio. Todo ello en una abstracción no politizada, sino analizando el fenómeno como si fuera consecuencia de alguna función de la naturaleza y no fruto de las brutales inversiones y apuestas estructurales que convierten los hechos cotidianos, en rarezas y las rarezas en espectáculos.

Los partidos del siglo son una expresión matemática de la conversión de algo insignificante en un asunto global. De un juego de tiempo de ocio a ser un negocio a tiempo total, hasta llegar a rozar los campos de la identidad, de la confrontación de ideas. Como están ustedes hartos del asunto, simplemente señalemos que el lenguaje empleado durante su preparación y desarrollo en los medios, es una muestra palpable de la cantidad de desquiciados con micro existentes. Y no me extrañaría que el propio Tribunal Constitucional, hoy, sabiendo el resultado final del partido, decida en un sentido u otro sobre el Estatut que les quema, porque esos dos equipos del derbi son claramente la expresión más diferenciada y enfrentada de dos concepciones de la colectividad y de las ideas políticas.

Sobre las costumbres sociales, policiales, mediáticas, deberíamos hablar bastante. Por ejemplo, ahora se encienden ya las luces navideñas que no son otra cosa que una incitación al consumo, una costumbre arraigada, al igual que hacer sistemáticamente redadas televisadas para anunciar que existe hachís, cocaína, speed, y que si tantos jóvenes lo consumen, es que debe ser muy bueno. El spot se hace en colaboración con agentes, periodistas y algunos pringadillos que se pasarán unos meses en el talego pero es la manera de incentivar el negocio, que la crisis, según dicen, también ha llegado al consumo esporádico de «sustancias» como llaman a estas cosas. Cavas y turrones tienen sus costumbres publicitarias y lo demás, también.