El productor es la estrella de la película
«Algo pasa en Hollywood»
El veterano productor Art Linson adapta para la pantalla su propio libro autobiográfico sobre las interioridades y tensiones de la industria del cine, confiando la dirección a Barry Levinson y el protagonismo a Robert De Niro, quien aparece rodeado de un interminable plantel de estrellas en el que Sean Penn y Bruce Willis se interpretan a sí mismos.
Mikel INSAUSTI |
La última película de Barry Levinson se estrena con retraso, tras una muy floja recepción en su estreno norteamericano hace ya un año. Podría pensarse que una producción con un reparto estelar de tanto relumbrón debería funcionar a la fuerza, pero al espectador medio no le suelen interesar las películas en las que los astros de la gran pantalla se interpretan a sí mismos.
El «cine dentro del cine» es un género que solamente atrae al público cinéfilo, más aún cuando se trata de Hollywood, un mundo sobre el que ya está todo contado, debido a que no se caracteriza precisamente por la discreción de quienes lo habitan. Se han hecho muchos largometrajes que pretenden desentrañar las interioridades de la industria del cine y se harán muchos más, aunque lo contado por el maestro Robert Altman en «El juego de Hollywood» pesa como una losa, sin que intentos posteriores por ir más allá hayan conseguido rebelar tanta sustancial información sobre lo que se cuece en los despachos de los ejecutivos de las majors.
Lo novedoso de «Algo pasa en Hollywood» es que, por una vez, se utiliza el punto de vista del productor, quien suele ser el malo de la película cuando prevalece la subjetividad del director. Frente a la mala leyenda que rodea a los productores, por aquello de que son los que manejan el dinero y cortan las alas a los creadores llevados por criterios casi siempre comerciales, existe la creencia de que los buenos productores han salvado muchas películas de la ruina, tanto económica como artística, al ponerse duros en la sala de montaje y aplicar la tijera a las, a menudo, caóticas e interminables versiones del director.
Uno de ellos es Art Linson, con una filmografía imposible de mejorar dentro de Hollywood, pues ha trabajado a lo largo de cuatro décadas con cineastas de la talla de Dick Richards, Richard Donner, Brian De Palma, Jonathan Demme, Neil Jordan, Warren Beatty, Cameron Crowe, John Badham, Michael Mann, Alfonso Cuarón, David Fincher, Lee Tamahori, Mike Newell, Catherine Hardwicke, Sean Penn o David Mamet.
Para publicar su libro autobiográfico, que sigue la moda editorial de los títulos interminables y abreviando lo dejaremos en «What Just Happened?», podía haberse inspirado en cualquiera de los accidentados rodajes a los que le ha tocado asistir en calidad de productor, pero ha preferido centrarse en uno muy concreto que le tuvo que marcar mucho profesional y personalmente.
Fue en 1997 cuando produjo «El desafío», película aprobada por la crítica, aunque con la coletilla de que no supo explotar todas sus posibilidades y se quedó corta en cuanto a las expectativas generadas. La razón de que aquel prometedor proyecto no acabara cristalizando hay que buscarla en las desavenencias que el productor Art Linson mantuvo con el estelar Alec Baldwin y el realizador Lee Tamahori, el «maorí» que se dio a conocer internacionalmente con la cinta neozelandesa «Guerreros de antaño», y que después nunca conseguiría acabar de adaptarse a Hollywood.
A las duras condiciones de las localizaciones en Alaska se unió la propia naturaleza salvaje de un relato de supervivencia, en el que el tercero en discordia entre el protagónico Bladwin y su oponente Anthony Hopkins no era la modelo Elle MacPherson, como pudiera parecer a simple vista, sino un gran oso pardo de instintos asesinos. Justo ahora Alec Baldwin acaba de anunciar su retirada del cine en activo, por culpa de experiencias como la de «El desafío». En teoría son vehículos destinados a consagrar a quienes participan en él, cuando en la práctica se convierten en fracasos que les acarrean una aureola de malditismo.
Ausencia de David Mamet
Art Linson tenía muchas esperanzas depositadas en el guión escrito por David Mamet para «El desafío» y, tal vez por la decepción de no lograr materializarlo en condiciones, no ha contado esta vez con el consagrado guionista para «Algo pasa en Hollywood». Y es lo que le achacan las críticas, al considerar que Mamet habría sido el más indicado para una película dirigida por Barry Levinson, habida cuenta de lo bien que funcionaron juntos en «La cortina de humo», también protagonizada por Robert De Niro como «Algo pasa en Hollywood».
La sátira que entonces aplicaron a la política exterior norteamericana habría sido igualmente válida ahora para una industria del cine implantada en todo el mundo. Si Art Linson ha querido escribir la adaptación de su propio libro ha sido porque considera que contiene una historia intransferible, en la que desgrana el sin vivir de un trabajo que es una constante lucha de egos. Además, es un relato en primera persona, que combina los desvelos de la profesión con los problemas de índole privado, representativos por extensión de los malos usos y costumbres de una ciudad tan desquiciada como Los Ángeles.
Robert De Niro es un habitual de las producciones de Art Linson, así que la elección para ejercer de su alter ego en la pantalla estaba cantada. En la ficción intenta sacar adelante una película titulada «Fiercely», y que protagoniza Sean Penn. Los pases de prueba no funcionan, porque al final el protagonista y su perro mueren. Antes de llevarla al Festival de Cannes surgirán las consabidas disputas acerca del montaje definitivo, que se solapan con las que el productor mantiene con Bruce Willis, ya que el actor se niega a adelgazar y a afeitarse la barba de cara a otro proyecto que peligra tanto o más. Por si todo esto fuera poco, su matrimonio hace aguas y su hija se dedica a quitarle ceros a la cuenta en el banco. La esposa es encarnada por Robin Wright Penn, el guionista metido a amante por Stanley Tucci, y la hija por Kristen Stewart.
Art Linson se encuentra actualmente enfrascado en la producción de «The Runaways», una biografía musical de la cantante Joan Jett y su influencia dentro del punk-rock hecho por mujeres. La roquera será encarnada en la pantalla por la emergente Kristen Stewart, quien también interviene en «Algo pasa en Hollywood». Pese a que en su libro se lamente de algunas colaboraciones fallidas, Linson es bastante fiel a sus actores, y así con Robert De Niro había trabajado antes en «Nunca fuimos ángeles», «Vida de este chico», «Grandes esperanzas», «Los intocables de Eliot Ness» y «Heat». Con Sean Penn, como actor, en «Corazones de hierro» y, como director, en «Hacia rutas salvajes». El concurso de tales nombres consagrados no garantiza el éxito comercial, ya que en las producciones que Art Linson viene haciendo desde mediados de los 70 las películas rentables se alternan con las que no lo han sido. No dieron lo que se esperaba de ellas «La dalia negra» o «Los amos de Dogtown», y, por el contrario, funcionaron con gran rendimiento en taquilla «El club de la lucha» o «Dick Tracy». La misma irregularidad es aplicable a los resultados críticos, aunque el productor ahí ya no suele dar tanto la cara. M. I.
A sus 67 años Barry Levinson puede presumir de una de las filmografías más estimables del cine norteamericano, en la que «Algo pasa en Hollywood» es la película número veinte. Debutó con muy buen pie a principios de los 80 con la autobiográfica «Dinner», muy ligada a sus recuerdos de juventud en la ciudad de Baltimore, donde ha vuelto a rodar siempre que ha podido. Antes de llegar a la realización empezó como guionista para Mel Brooks, pero no se encasilló en la comedia y firmó junto a su mujer, Valerie Curtin el guión del drama judicial de Norman Jewison «Justicia para todos». El mayor revés que ha tenido en su carrera ocurrió en 1992, cuando la ambiciosa creación fantástica «Toys», protagonizada por Robin Williams, fue un fiasco. Al año siguiente, lejos de recuperarse con «Jimmy Hollywood», volvió a decepcionar. En cambio, su consagración se la debe a «Rain Man», que obtuvo cuatro Óscar, entre ellos el de Mejor Película y el de Mejor Director. Otras de sus realizaciones más recordadas son: «El secreto de la pirámide», «Dos estafadores y una mujer» «Good Morning Vietnam», «Avalon», «La cortina de humo», «Liberty Eights» o «El hombre del año». M. I.