ENTREGA DE LOS PREMIOS NOBEL
Obama apela a la «guerra justa» con el Nobel de la Paz
La entrega del premio Nobel de la Paz a Barack Obama, ayer en Oslo, se convirtió en un alegato del presidente estadounidense a favor de «la guerra justa» como medio para avanzar hacia la consecución de la paz. Obama reconoció que está al comienzo de su labor como mandatario mundial y señaló que no era digno de estar en la misma lista que Nelson Mandela o Martin Luther King. «Sería estúpido negar que este galardón ha provocado controversia», comentó.
GARA |
El presidente estadounidense, Barack Obama, invocó el «derecho a la guerra justa» al recibir el premio Nobel de la Paz ayer en Oslo, tratando así de justificar su política en Afganistán, en el marco de la cual, por ironías del calendario, acaba de decidir enviar 30.000 soldados más.
«Decir que la guerra puede ser necesaria no es un llamamiento al cinismo, es reconocer la historia, las imperfecciones humanas y los límites de la razón», declaró Obama, que se describió a sí mismo como «el comandante en jefe de una nación comprometida en dos guerras».
«Como cualquier otro jefe de Estado, me reservo el derecho de actuar unilateralmente si es necesario para defender a mi nación», añadió, antes de recibir el premio «con una profunda gratitud y una gran humildad».
Dando una verdadera lección de «guerra y paz» a una asamblea rendida a sus pies, Obama trató de desactivar las críticas que ha provocado su decisión del 1 de diciembre de intensificar la acción militar en Afganistán, pocos días antes de recibir el Nobel de la Paz.
«No puedo permanecer inactivo frente a las amenazas que existen contra el pueblo americano. Que no les engañen: el mal existe en el mundo. La no violencia no habría resultado suficiente para detener a los ejércitos de Hitler ni para convencer a Al-Qaeda para que deje las armas», destacó.
«Por supuesto, las herramientas de guerra juegan un papel determinante para preservar la paz», afirmó el presidente estadounidense.
«Por tanto, esta verdad debe coexistir con otra: aunque se justifica por sí misma, la guerra promete una tragedia humana», añadió, antes de asegurar que es «plenamente consciente del coste que suponen los conflictos armados».
Aunque sea necesaria, la guerra no debe sacrificar los ideales de una nación, precisó. Dando un zarpazo a su predecesor, George W. Bush, el presidente Obama se vanaglorió de haber prohibido recurrir a la tortura y de haber ordenado el cierre de la prisión de Guantánamo.
También se declaró favorable a la definición de alternativas a la violencia como sanciones verdaderamente eficaces y fuertes presiones internacionales.
«Es conveniente insistir para que naciones como Irán o Corea del Norte no se aprovechen del sistema», dijo.
Evocando la sorpresa que le supuso haber sido galardonado con el premio Nobel apenas nueve meses después de haber tomado posesión, el presidente Obama dijo que no se sentía digno de estar al lado de Nelson Mandela, Martin Luther King o incluso Albert Schweitzer en la prestigiosa galería de los Nobel.
«Sería estúpido si ignorase la considerable controversia que su decisión provocó», dijo, dirigiéndose a los cinco miembros del Comité Nobel. «Estoy al comienzo, no al final, de mis esfuerzos en la escena mundial».
El presidente se comprometió a seguir por el mismo camino: consolidación de la paz y la seguridad en el mundo, estabilización de Afganistán, lucha contra el cambio climático y esforzarse para lograr un plantea libre de armas nucleares.
Dos estadounidenses de cada tres consideran que Obama no merece el premio Nobel de la Paz, según un sondeo que se ha publicado esta semana.
Numerosas organizaciones habían convocado ayer a manifestarse en la proximidades del hotel donde se alojaba el galardonado para protestar contra el despliegue militar de Afganistán. Cerca del Instituto Nobel, donde firmó en el libro de oro, se colocó una pancarta «Obama, has ganado el premio, ahora te falta merecerlo».
Antes de entregarle el galardón, el presidente del Comité Nobel, Thorbjörn Jagland, se dedicó a desactivar las críticas que lamentan que se haya premiado a Obama prematuramente. «La Historia está llenada de ocasiones perdidas. Es ahora, hoy, cuando tenemos la ocasión de apoyar las ideas del presidente Obama», dijo, precisando que el premio era «un llamamiento a la acción para todos nosotros».
El Comité Nobel, firme
El influyente secretario del Comité Nobel, Geir Lundestad, consideró ayer que es «completamente aceptable» que Obama justificase el recurso a la guerra al recibir el premio Nobel de la Paz.
«Se ha atrevido a tratar las cuestiones difíciles, señalando el tremendamente delicado equilibrio que existe entre guerra y paz y por qué, en ciertas circunstancias, no se puede huir de la guerra», declaró a France Presse Lundestad, que calificó el discurso de Obama de «absolutamente fantástico».
«Es completamente aceptable que lo dijera. Nos muestra lo difícil que es asegurar la paz sin recurrir a la guerra, pero hace referencia también a las soluciones para evitar la guerra», añadió Lundestad.
El presidente del Comité Nobel noruego, Thorbjorn Jagland, justificó la concesión del galardón a Obama, destacando que «ha conseguido cambios determinantes en un corto espacio de tiempo».
Jagland pronunció estas palabras al inicio de la ceremonia de entrega del Nobel, a la que acudió un millar de personas entre las que se encontraban, como es tradición, los reyes de Noruega, Harald y Sonia, y personajes como el actor Will Smith.
«Raramente una sola persona domina la política internacional tan ampliamente como Obama, o en tan corto plazo de tiempo inicia tantos cambios importantes», insistió Jagland.
«Si los principios son lo suficientemente importantes y la lucha por ellos es vital para el futuro del mundo, el comité no puede esperar hasta que estemos seguros de que esos principios se han impuesto en todos los frentes. Eso haría del premio un sello de aprobación con retraso y no un instrumento de paz en el mundo», subrayó.
Los galardonados con los premios Nobel de Medicina, Física, Química, Literatura y Economía recibieron ayer en Estocolmo la prestigiosa recompensa de manos del rey Gustavo de Suecia, en el transcurso de una ceremonia de gala.
Chaqué para los hombres y vestido de noche para las mujeres, el protocolo se impuso en una ceremonia programada al milímetro: los galardonados recibieron su recompensa en la Sala de Conciertos de Estocolmo, el día del aniversario de la muerte del fundador del Premio, Alfred Nobel.
Este año cinco mujeres recibieron el Nobel, un número inusualmente alto ya que desde su creación hace 108 años sólo han recibido el galardón 41.
La novelista alemana de origen rumano Herta Müller recibió el premio de Literatura por haber empleado su prosa impregnada de poesía para alzar la voz ante el Gobierno de Nicolae Ceacescu.
La australo-estadounidense Elizabeth Blackburn y su colega estadounidense Carol Greider compartieron el premio de Medicina con el estadounidense Jack Szostak por sus trabajos sobre una enzima, la telomerasa, que protege a las células del envejecimiento.
La israelí Ada Yonath compartió el premio de Química con los estadounidenses Venkatraman Ramakrishnan y Thomas Steitz por sus trabajos sobre los ribosomas, las fábricas de proteínas del cuerpo humano.
La estadounidense Elinor Ostrom se convirtió en la primera mujer en recibir el Nobel de Economía, compartido con su compatriota Oliver Williamson por sus trabajos individuales que muestran que la empresa y las asociaciones de usuarios son más eficaces que el mercado.
El premio de Física recompensó los trabajos el británico-estadounidense nacido en Shanghai Charles Kao, pionero de la fibra óptica, y del estadounidense- canadiense Willard Boyle y el estadounidense George Smith, inventores del captador de imágenes digital CCD, considerado como el ojo electrónico de las cámaras de foto y vídeo digitales.
El Nobel está dotado con 10 millones de coronas (958.000 euros). GARA