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Raimundo Fitero

La ley y la tele

Está claro que en estos momentos se llevan las series policíacas o con policías y forenses, que alrededor de ellos siempre pululan abogados y delincuentes, que en ocasiones los casos tratados se elevan a los juzgados y que ha habido tiempos televisivos más plagados de tribunales, juicios con jurado y demás escenas del subgénero. La tele y la ley, o al menos esta representación togada de la ley, se llevan bien.

Sin ir más lejos en Tele 5 han recuperado un programa que lleva como título «De buena ley» y que en el formato actual, lo que nos sorprende es, por un lado, el follón, griterío, escandalera que se forma en el público de plató cuando el juez de turno se marcha a deliberar y las argumentaciones, magníficamente redactadas, que emiten para arreglar los asuntos que se plantean. Ya tuvimos en otra época noticias de este tipo de mediaciones, pero ahora, resaltar que aunque la realización busque ese gallinero de opiniones más o menos enfrentadas para que la polémica, o la extensión del caso, llegue a los receptores televisivos en su cocina o comedor, lo cierto es que es un lujo escuchar a alguien dando su veredicto con tanta facilidad para que se pueda entender por todo telespectador medianamente atento.

Es una sensación muy especial, entender una sentencia, considerar los considerandos como apoyos y no como puntos y aparte, y comprender las razones es un lujo. De tal forma que me sorprendía un fallo sobre un caso muy cercano, o reconocible: una pareja en separación en la que ella estaba embarazada y pedía el reconocimiento de la paternidad y más compromisos al joven que se negaba aludiendo, entre otras cosas, traición, ya que aseguraba dejó de tomar anticonceptivos sin avisar. Materia para la bronca, las posturas enfrentadas y una resolución, a mi entender magnífica. Visto que se emplea el sentido común, que se aplica la legislación de manera objetiva a partir de acercamientos a los casos concretos sin prejuicios, uno piensa, en su ingenuidad, que cualquiera podría ejercer esa labor de juez y, por ejemplo, absolver sin estridencias a los Egunkaria y así sucesivamente hasta la Justicia Final televisada.

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