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Helen Groome Geógrafa

Operación colza

No quiero pensar hasta qué grado el cierre de «Egunkaria» ha ayudado a consolidar entre la gente del Estado español la idea de que el euskera es malo en sí y que cualquier manifestación del euskera debe ser motivo de sospecha

Cada vez que en alguna charla o mesa redonda sobre el campo se menciona el cultivo de la colza, unas cuantas personas en la sala empiezan a comentar entre sí el carácter maligno de la colza y los peligros que supone comer alimentos derivados de ella. Con extrema paciencia hay que volver a explicar a esas personas que la colza es un cultivo como cualquier otro y que no tiene nada de malvado, maligno o malicioso. Lo que pasa es que hace unos 30 años hubo un problema con aceite adulterado de colza, pero no hubo un problema con la colza en sí. Pero la gente se ha quedado con una imagen distorsionada de la colza, incluso gente que ni había nacido hace treinta años. La colza tardará años en recuperar su buen nombre.

Estando hace poco en unas jornadas de trabajo en Málaga, unas chicas me preguntaron por mi estancia en el País Vasco, como si fuera raro que alguien optara por vivir en «Euskadi», palabra que pronunciaron en voz deliberadamente baja. Una me dijo que había estado en «Euskadi» hacía poco y que se sorprendió de lo bien que lo había pasado. Y eso que había estado en un pueblo pequeño que tenía la bandera esa de rojo, verde y blanco puesta en el ayuntamiento, pero aún así, la gente era muy cariñosa. Y en los bares del pueblo había ese periódico, ya sabes, pero aún así, la gente del pueblo le trató bien. ¿Qué les han ido contando para que huela a aceite de colza?

Intenté decirles que claro, cuando una se va a Andalucía, nadie ve raro que la bandera que ondea en un ayuntamiento sea la andaluza. Y cuando vas a Portugal, es normal ver la bandera portuguesa. ¿Por qué entonces le extrañó ver la ikurriña, y más ondeando en un ayuntamiento vasco? ¿Qué bandera esperaba ver? ¿Y realmente esperaba que la gente que vivía en un pueblo en el que ondeaba la ikurriña la tratase mal? Ya sé, porque antes viví en Madrid, qué visión distorsionada hay de la realidad de aquí, creando anormalidad de la normalidad, y me pregunto si la gente que se dedica a hacer eso a diario y a propósito se da cuenta de los muy largos años que harán falta para desintoxicar a las personas drogadas con las ideas del malvado vasco y su maligna madre. Me figuro que sí, me digo resignada.

¿Cuántos años se tardará en superar el nuevo ataque frontal al euskera que ha supuesto el «caso Egunkaria»? Un ataque más no a un cultivo, sino... ¡a toda una lengua! Se perciben distintos motivos oscuros y nada éticos por los que determinados intereses podían querer impulsar el cierre de «Egunkaria», pero lo que no quiero pensar es hasta qué grado ese cierre ha ayudado a consolidar entre la gente del Estado español la idea de que el euskera es malo en sí y que cualquier manifestación del euskera (hablado, escrito, en películas, entre la juventud...) debe ser motivo de sospecha. Y aunque se llegue a absolver a los encausados en el juicio contra «Egunkaria», y aunque se llegue a reconocer que su cierre fue ilegal, hay gente que espera que el euskera, como la colza, tarde años en recuperar su buen nombre.

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