Motivación. Es la palabra clave que está en boca de todo el entorno rojillo. Lo fue después del bochornoso espectáculo que ofreció el equipo en el derbi disputado en San Mamés y lo sigue siendo tras el meritorio empate cosechado ante el Real Madrid. Está claro que a Osasuna le van las emociones fuertes y que sólo ante un grande o cuando está con la soga al cuello sale a entregarse al cien por cien.

El punto arrancado ante los merengues, que sabe a victoria, depara una situación muy similar a la que acontenció cuando se consiguió igual bagaje ante el mejor equipo del mundo, el Barcelona. Aquella igualada a uno, lejos de convertirse en un punto de inflexión positivo, trajo consigo en posteriores compromisos una actitud de preocupante letargo, que se manifestó especialmente ante el Almería en tierras andaluzas.

Por eso, la resaca del enfrentamiento contra los merengues tiene una notoria ambivalencia si tenemos en cuenta el precedente culé. Hay quien ve la botella medio llena de la satisfacción de ver cómo su escuadra ha recuperado el espíritu perdido y quien está en el polo opuesto a la espera de la factura que va a pasar la euforia tras evitar que los de Pellegrini alcanzasen el liderato.

La única esperanza al respecto es que parece que la plantilla ha espabilado de aquella experiencia o, al menos, es lo que expresó Roversio, el mejor de los rojillos el domingo. «Hemos aprendido de lo que nos pasó tras jugar contra el Barcelona; después de aquel partido, bajamos la intensidad, pero ahora tenemos que seguir con la misma mentalidad de ayer (por anteayer) en los próximos compromisos», señaló.

Y el más inminente es el copero de pasado mañana frente al Hércules, un envite en el que el brasileño estaría «encantado» de seguir en el once «porque me encuentro bien y mi lesión ya está olvidada», y que le vendría muy bien para seguir cogiendo físico, no en vano los calambres que sufrió mediada la segunda parte así lo atestiguan.

«Pensé mucho en lo que ocurriría cuando volviera a saltar otra vez a los terrenos de juego, tenía que jugar un partido para saber cómo estaba», explicó el carioca, quien, visto su rendimiento ante un rival tan exigente, nadie diría que se ha pasado nada menos que catorce meses en el dique seco, trabajando en pro de una recuperación que ahora es un hecho. Una etapa difícil, como para todo futbolista, «porque cuando volví a entrenar tenía molestias y eso me hacía bajar la cabeza, pero nunca desistí en volver a jugar con el apoyo de todo el mundo», agradeció.

Después de tanto tiempo, no es extraño que para el central, su partido contra el Real Madrid fuera como «un segundo debut» con la elástica encarnada. Un regreso con trascendencia añadida dada la categoría del oponente, pero ante el que «hicimos nuestro trabajo para dejar la portería a cero, hablamos mucho entre nosotros porque sabíamos que cualquier descuido sería fatal. El Madrid es el equipo que mejor marca de goles tiene en Europa y ahora hay que seguir trabajando y no bajar la intensidad», insistió.

El Hércules, líder

Por pura lógica, está claro que Osasuna no va a dar el mismo rendimiento en el Rico Pérez, pero al menos cabe esperar que no ofrezca la imagen apática de choques bien recientes. Enfrente va a tener un enemigo en estado de gracia que ha arrebatado el liderato de Segunda a la Real, tras ganar al Albacete por 1-2 en el tiempo de descuento.

Por si ello no fuera suficiente, es más que factible que a los defensas osasunistas les toque marcar a un ex compañero hasta hace muy pocos días, el madrileño Javier Portillo. El de Aranjuez no se cortó un pelo al asegurar que el choque tiene cierto «morbo» por su posible presencia en el conjunto alicantino y, a buen seguro, que tratará de reivindicarse ante José Antonio Camacho.

Lo más probable es que el técnico murciano, pese a todo, tire de algunos jugadores que no estuvieron ante el Real Madrid, aunque ello no significa que sean inhabituales, como es el caso de Sergio -si se recupera a tiempo-, Josetxo o Calleja.