Este programa de residencias, «Goazen Txinara!», lo puso en marcha Judas Arrieta el año pasado con el fin de promocionar el arte vasco en China, un país en el que este creador de Hondarribia se asentó en 2005. En total, serán cuatro los artistas elegidos este año a través de la convocatoria de una beca, con la que colabora el Gobierno de Lakua, cuyo plazo de solicitud finaliza el próximo 30 de enero.

Arrieta, se siente muy vinculado al arte asiático, que ha influido de forma importante en su obra, y asegura que la estancia en Pekín es una experiencia vital de gran interés para los artistas vascos.

Su estudio, abierto de marzo a finales de octubre, está también a disposición de artistas de fuera de Euskal Herria a través de otros programas, lo que hizo posible que el último setiembre diez artistas vascos y de otros lugares del Estado español mostraran sus obras junto a diez chinos en la famosa galería 798 de Pekín, en la exposición «Memorias de China».

Arrieta explicó que lo que pesa para la selección no es el nombre del creador, sino su proyecto, que no tiene por qué tener relación con el gigante asiático, aunque según el promotor de la idea la estancia en China hace que las obras acaben de alguna manera «salpicadas» por las influencias locales.

La estancia

Este año, un jurado formado por personas de aquel país o afincadas allí será el que decida qué cuatro artistas vascos disfrutarán de la residencia, que tendrá lugar en dos periodos, la primera del 1 de mayo al 30 de junio y, la segunda, del 1 de julio al 31 de agosto.

Al final de la estancia se organizará una exposición en el propio estudio, de 200 metros cuadrados, donde se invitará a artistas, coleccionistas y galeristas. A principios de 2011 se realizará una exposición colectiva con obra de los becados en una sala de reconocido prestigio y se publicará un catálogo.

Arrieta sigue afincado en China porque, entre otras razones, le resulta más barato crear allí sus esculturas, pinturas o montajes con nuevas tecnologías, y le da la oportunidad de exponer en países como Japón, a cuya cultura manga debe tanto su obra.

Asegura, además, que no se siente coartado más de lo que se pueda sentir en otro sitio. Aparte de algunas «situaciones aisladas», a las que resta importancia, los censores chinos no han puesto demasiadas cortapisas a sus creaciones.