(...) el Departamento que dirige Isabel Celaá tiene casi ultimada la modificación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, de modo que los niños vascos de sexto de Primaria y segundo de la ESO tengan que estudiar -y examinarse de- contenidos relacionados con el testimonio de las «víctimas de la violencia política».

(...) Yo mismo he pensado siempre que un movimiento como este sería necesario, cuando por fin nuestra situación política se normalice, para asegurarnos de que el sufrimiento causado por unos y por otros a causa del conflicto político que nos ahoga no caiga en el olvido, de manera que esta herida quede definitivamente cauterizada y no vuelva a abrirse. Mi referencia es la más que exitosa Comisión de la Verdad y la Reconciliación que en su día fundara Desmond Tutu en Sudáfrica, tras la caída del Apartheid.

Sin embargo, tristemente, he de decir que lo que el gobierno de Patxi López se propone no tiene nada que ver, en absoluto, con aquella iniciativa sudafricana. (...)

Así, de lo que ha anunciado la consejera Celaá nos surgen varias preguntas. Por ejemplo, ha asegurado que habrá testimonios de víctimas de ETA y del GAL. Y esto me da mala espina. Sin ir más lejos, el asesinato de Santiago Brouard o los de Lasa y Zabala constan oficialmente, para el estado español, como crímenes cometidos por el GAL. Sin embargo, sabemos que por el asesinato de Brouard fueron condenados dos agentes de la Policía Nacional. A su vez, por los asesinatos de Joxean Lasa y Joxean Zabala fueron condenados un teniente-coronel de la Guardia Civil y varios de los agentes a su cargo. Por cierto, todos ellos están hoy en libertad.

Y no sólo eso. Quiero pensar que entre los actos de «violencia ilegítima» que el departamento de la señora Celaá quiere llevar ante nuestros educandos estarán también las torturas que durante décadas han llevado a cabo, con total impunidad, tanto la Benemérita como la Policía Nacional en nuestro país. ¿O tal vez considera la señora Celaá que las torturas son violencia legítima? (...)

La sociedad vasca tendrá que dejarse oír ante este intento de adoctrinamiento social. Pero sobre todo serán las familias, de nuevo las familias, las encargadas de poner las cosas en su sitio, para evitar que la propaganda del nacionalismo español surta efecto. Como en el franquismo, tendrán que ser los padres y los abuelos los que se encarguen de contar las cosas como fueron, haciendo inútil el aleccionamiento nacionalista que nos viene impuesto desde Madrid.