La empresa guipuzcoana Aerovisión centra su actividad en los aviones sin piloto de tecnología avanzada
Hace unos pocos años hubiera sido impensable. Hoy el desarrollo tecnológico ofrece todo tipo de aparatos con sofistica- dos y complejos sistemas y en Gipuzkoa, una empresa comercializa ya aviones sin piloto, de 20 kilos, que pueden alcanzar los 150 kilómetros por hora y volar 800 sin parar, con una cámara adosada y con una estación de control.
Amaia ZURUTUZA
Tras casi cinco años de intenso trabajo, la empresa guipuzcoana Aerovisión Vehículos Aéreos comenzó hace algo más de un año a comercializar los aviones no tripulados que ha desarrollado bajo el sistema Fulmar. La sede social de la empresa está en el centro Inasmet, especializado en la investigación de materiales nuevos, que se encuentra dentro del Parque Tecnológico de Donostia.
La idea de crear la empresa partió de un promotor particular que pretendía desarrollar aviones no tripulados, con la idea inicial de aplicarlos en el ámbito de la pesca. Concretamente, pretendía que un avión con una cámara, lanzado desde un barco, pudiera emitir imágenes para así ayudar a los pescadores a encontrar los bancos de pesca.
Inasmet, que forma parte de la corporación Tecnalia, contactó con las empresas Robotiker, especializada en la electrónica, y Azti, especializada en la tecnología pesquera, entre otras cuestiones, ambos miembros también de Tecnalia, para valorar el proyecto. Finalmente, a finales del 2003 se creó la empresa Aerovisión, con el apoyo de los tres centros y del promotor privado. Asimismo, una empresa de capital riesgo de Kutxa ha apoyado económicamente dicho proyecto desde su inicio y también cuentan con el apoyo de la Empresa Nacional de Innovación (ENISA) del Ministerio español de Industria.
El equipo de trabajo, que ha ido ampliándose hasta llegar a nueve personas y este año preven incorporar siete empleados más, comenzó el desarrollo del sistema Fulmar en el año 2004. En lo referido a los materiales, decidieron usar materiales compuestos por ser muy ligeros pero a la vez muy resistentes. A su vez, comenzaron el desarrollo de los sistemas de comunicación y de los aspectos electrónicos.
3,2 x 1,2 metros y 20 kilos
Casi cinco años de trabajo han dado sus frutos y en 2008 la empresa comenzó a comercializar su producto. La base del sistema Fulmar es un avión de 3,2 metros de ala a ala, de 1,2 metros del morro a la cola y con un peso máximo de 20 kilos. Vuela de forma automática controlado por un piloto, al que se le carga un plan de vuelo. El avión lleva una cámara en la parte inferior y trasmite las imágenes a una antena que está en tierra, en la estación de control.
Esa estación, con la que se controla el avión, tiene dos monitores. Uno de ellos ofrece los parámetros de vuelo del aparato sobre un mapa digital, así como la información sobre su situación. El otro monitor reproduce las imágenes que recoge la cámara. La estación también tiene un pequeño mando con el que se puede mover la cámara. A fin de cuentas, y como explica Juan Manuel Sancho trabajador de Aerovisión, «la idea, en realidad, es poner una cámara en el aire y para eso hace falta un avión».
En la parte trasera se encuentra el motor, que lleva un generador para alimentar todos los sistemas del aparato. El avión puede volar alrededor de ocho horas sin tener que aterrizar y alcanza una velocidad de entre 60 y 150 kilómetros por hora.
Para hacer despegar el aparato, Aerovisión ha creado una catapulta de unos seis metros de longitud. La catapulta funciona con unas gomas que se tensan y que al soltarlas hacen que el avión consiga despegar a una velocidad de 80 kilómetros por hora. Asimismo, para el aterrizaje han ideado un aparato con una estructura que tiene el tamaño aproximado de una portería de fútbol y que cuenta con una red contra la que choca el avión y queda enganchado.
Los aviones no tripulados se han desarrollado desde hace ya varios años principalmente en el campo militar y sobre todo en Estados Unidos e Israel. No obstante, Sancho matiza que Aerovisión siempre se ha centrado en el campo civil. Así, las aplicaciones de estos aparatos pueden ir desde la intervención en actividades pesqueras o la investigación medioambiental, así como el control de fuegos o de fronteras.
De hecho, la primera venta cerrada por Aerovisión ha sido a una empresa de Malasia, que ha comprado un sistema completo con dos aciones que se dedicarán al control de fronteras. Además, la misma compañía ha comunicado a la firma donostiarra su interés en distribuir el producto en diez países del Sudeste Asiático.
Dada la complejidad técnica que ha rodeado el desarrollo del proyecto inicial, la empresa guipuzcoana se ha centrado, de momento, en un aparato que aterriza en tierra. No obstante, el objetivo de Aerovisión es conseguir ahora unos aviones que sean capaces de amerizar, es decir, de aterrizar en el mar. Ya tienen un prototipo de este tipo de aparato con el que han realizado diferentes pruebas y esperan que para finales de 2010 el proyecto pueda estar finalizado.