Una niña de Beriain reinó Nafarroa por un día tras ser alzada sobre el escudo
La corona del reino de Nafarroa brilló ayer, por un sólo día, sobre la cabeza de una niña, siguiendo la costumbre marcada hace seiscientos años por la dinastía de los Teobaldos. Amaia Ordóñez se disputó el reinado con otros nueve niños de Beriain zampándose un roscón de reyes. Fue ella quien encontró el haba.
Aritz INTXUSTA
La localidad minera de Beriain, en la Cuenca de Iruñea, acogió este año la fiesta del Rey de la Faba en la que se entrega a un niño corona, cetro y espada para que tome las riendas del Reino de Nafarroa durante un día. El Muthiko Alaiak, asociación que recuperó la vieja tradición instaurada en Nafarroa por la dinastía de Champaña, quiso rendir homenaje a la villa que celebra este año el 900 aniversario de su primera referencia histórica.
Al caer la noche, una comitiva medieval iluminada con antorchas recorrió las calles nevadas de la localidad, encabezada por la fanfarre y el grupo de dantzas. Allá se encontraban, encarnados en una treintena de niños, los principales obispos y abades de Nafarroa, la más destacada nobleza y los infanzones. Detrás de los pajes con las ropas de ceremonia, y el cetro, la espada y la corona, se encontraba Amaia, escoltada por los reyes. Sólo los monarcas, el Maestro de Armas y algunos soldados fueron representados por adultos.
La iglesia donde se celebró la coronación se encontraba decorada con escudos y, los nobles, a su entrada, colocaron al lado del pavés (o el escudo sobre el que se alza al rey) las enseñas de las principales ciudades del Reino, desde Tutera, hasta Donibane Garazi.
La ceremonia es una representación, lo más exacta posible, de la coronación de Carlos III. Los principales del reino que estaban presentes en la coronación de el Noble son llamados por su nombre y las palabras de la reina de la faba están sacadas del juramento que hizo el monarca. Es uno de los momentos clave de la ceremonia, pues rememora que resulta imprescindible para ser rey de los navarros el jurar proteger y mejorar Fueros (aunque Juan Carlos de Borbón, que dice ostentar ese título, nunca lo haya hecho). Los fueros son los derechos que se ganaba la ciudadanía por su defensa del reino. Los dos primeros -derecho de las familias a ostentar en sus casas escudos de armas y el derecho a pastorear en las Bardenas- fueron concedidos a los roncaleses por su valentía combatiendo a los musulmanes.
«¡Real, real, real!»
Una vez prestado el juramento, los obispos ungieron de aceite la frente de Amaia y le entregaron, por este orden, la espada, la corona y el cetro, sus símbolos de máxima autoridad. Después, llegó el momento más emocionante de la ceremonia, cuando la nueva reina fue levantada por seis de sus nobles sobre el escudo con las flores de lis y las cadenas. La multitud congregada para la coronación estalló al grito de «¡Real, real, real!», aclamación con la que los navarros elegían a su rey.
Fernando Hualde, historiador y, por un día también, Maestro de Armas, explicó que esta fiesta fue introducida por la dinastía de Champaña. Consistía en elegir el seis de enero a un niño de entre los más desfavorecidos para que gobernara el Reino durante un día. Para ello, los reyes navarros convidaban a varios niños a un suculento banquete que terminaba con un roscón en el que se introducía un haba o faba. Aquél que la encontrara luciría la corona del reino durante 24 horas en las que todos debían rendirle pleitesía. Sin embargo, esta costumbre se dejó de celebrar de forma oficial en el siglo XV, aunque se mantuvo en distintos pueblos de Nafarroa durante tres siglos más, hasta que, probablemente porque los excesos de la ciudadanía aprovechando la ocasión, fue prohibida por decreto en 1745.
En 1920, Ignacio Baleztena recuperó la tradición, de cuya organización, a partir de 1935, se encarga la Muthiko Alaiak. Al principio, se celebraba en el local de la Peña pero, desde 1964, recorre sale cada año a un pueblo diferente de Nafarroa. Los niños de 12 años de ese pueblo pueden ser reyes por un día si tienen suerte con el haba.