Un llamamiento a la responsabilidad
Las primeras reacciones políticas al último comunicado de ETA, así como las primeras referencias periodísticas al mismo, denotan una irresponsabilidad absoluta por parte de estamentos que deberían demostrar precisamente lo contrario, responsabilidad. Defender que alguien con responsabilidades y, por lo tanto, conocedor de la realidad política vasca, pensaba que ese comunicado iba a incluir una declaración de cese definitivo de la violencia política en términos de rendición es, ante todo, una falta absoluta de honestidad. Por supuesto, se puede criticar ese comunicado, se puede argumentar políticamente contra el mismo, pero no se puede tergiversar y mentir en una cuestión tan importante para toda la sociedad.
Tanto desde el inmovilismo autonomista -por mucho que en algunos casos se vista de soberanismo- como desde el involucionismo unionista se pretende hacer ver que el fin del debate de la izquierda abertzale es confluir con los postulados de quienes dan por bueno el resultado de la transición española y todo su entramado institucional. Que se trata, básicamente, de poder volver a las instituciones, sin más. Lo mismo opinan quienes, conscientes de la coraza jurídica impuesta a este pueblo en esa transición, pero faltos del coraje suficiente para combatirlo política y pacíficamente, con todas sus consecuencias, defienden que el único problema que tiene Euskal Herria es ETA.
Pero cuando la gran mayoría de la clase política se queja de que ese comunicado no anuncia el fin de la violencia y utilizan el argumento de que eso es lo que quiere la mayoría de la sociedad vasca, lo que no dicen a esa misma sociedad es que con su actitud irresponsable alejan ese día. Así lo demuestran otros conflictos similares. Tampoco aceptan que, en el fondo, lo que quiera o deje de querer la mayoría de la sociedad vasca será tenido en consideración tan sólo si coincide con la legalidad constitucional española. Cómo se logra una estrategia política eficaz, capaz de traspasar ese muro -político y, sí, también violento-, eso es lo que está a debate dentro de la izquierda abertzale. Cómo lograr la democracia, no cómo cumplir con la legalidad.